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—Bastardo...

Murmuró el rubio en cuanto el más pequeño recargó su cabeza sobre uno de sus hombros, sin embargo, no lo movió. Una pequeña sonrisa se apareció sobre el rostro de Todoroki mientras miraba el perfil del ojirubí, viendo como este arrugaba la nariz ligeramente.

Al llegar a el centro comercial Katsuki tomó un carrito de metal y seguidamente intentó separar a Shōto de él para sentarlo dentro de este.

—Suéltame, inútil —Habló el ojirubí al sentir a el bicolor aferrarse cada vez más a sus prendas.

—No, me veré más ridículo ahí adentro que contigo —Respondió el heterocromático enredando sus piernas en el torso del rubio.

—Te ves ridículo estando como sea, ya déjame —Volvió a hablar mientras colocaba sus manos sobre la cadera del más pequeño para volver a intentar despegarlo de él.

—¡No quiero, déjameeeee! —Exclamó al ver que el otro estaba logrando separarlo de él.

El rubio hizo una mueca al casi sentir sus tímpanos reventar ante el grito del semi albino, el cual enredó sus brazos en su cuello.

—¡Suéltame ya si no quieres que te explote el maldito trasero, estúpido de mierda! —Gritó sin importarle todas las miradas que atrajo.

—¡Bakugooooo! ¡Le diré a Aizawa-sensei!

Todoroki se dio cuenta de las personas que se detenían para mirar aquel "berrinche" que tenía con el rubio ceniza, por lo que con una casi invisible sonrisa se soltó para mirar a el contrario con los ojos cristalizados, teniendo que casi morderse la lengua para lograrlo.

Katsuki chasqueó la lengua al escuchar un sollozo por parte del menor. Genial, ya lo había hecho llorar dos veces. Al ver que una señora se acercaba a ellos con el ceño fruncido volvió a tomar el carrito para dirigirse al área de comestibles con Shōto pegado a él como un koala.

El bicolor volvió a recargarse sobre uno de los hombros del rubio antes de dejar salir una pequeña risa escondiéndola con un leve lloriqueo.

¿¡Shōto!? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora