calle

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~narra poché~

No lo podía creer, es que en realidad nadie podía, sin duda alguna es una mujer fuerte. La culpa que me invade es inexplicable ya que no pude hacer mucho por ella, nada a decir verdad, fue tan valiente como para enfrentarse al que podría ser un asesino serial que solo aguardaba el momento para matarla, salír con vida de allí y además de eso caminar deshidratada y moribunda. Simplemente fascinante.

La había estado observando mientras hablaba con el agente experto en casos de secuestros. Su rostro estaba pálido acompañado de unas grandes ojeras, sus labios secos y con algunas cortaduras y moretones, llevaba una manta sobre sus hombros que la protegia del frío y aún así se veían hermosa.

No me quería separar de ella ni un solo segundo, según el médico yo tenía que guardar reposo, pero ¿quién en sus cabales guardaría reposo después de volver a ver a la persona que ama de vuelta cuando ya la creía muerta? ¡Nadie! Pero era necesario, calle tenía que testificar en contra de esos malditos que le hicieron tanto daño, no sé con certeza cómo sucedió todo, no sé cómo salió o lo que le hicieron, pero no me atreveré a preguntar, ya tuvo suficiente.

—quedarás en protección a testigos en una casa a las afueras de Bogotá, es un lugar tranquilo donde te quedarás hasta que podamos atrapar a los culpables, no te preocupes todo saldrá bien— agudizé mi oído cuando ví salir al agente acompañado de calle.

—¿estaré sola?— su ceño sé frunció ligeramente— es decir, la compañía de alguien me ayudaría a mejorar mi estado, tanto físico como psicológico, y no me refiero a una doctora— la voz firme y a la vez suplicante de calle hizo que mis pelos se colocaran de puntas por lo que mi mente imaginaba.

—entiendo su punto, moveré algunas cosas para que pueda tener una compañía— después de arreglar un par de cosas más calle se despidió dando las gracias por su amabilidad.

—es un buen tipo, lo conozco desde pequeña, casualmente le gusta mucho el golf y mi padre sirvió de instructor, lo bueno de todo esto es que no estaré sola en la casa de seguridad— dijo todo tan rápido que solo entendí “no estaré sola"

Me quedé viendo como sus labios se movían tratando de explicar algo, me perdí en el brillos de sus ojos que me indicaban que ahora todo estaba bien. Me sorprendía el hecho de que actuara tan normal después de todo lo ocurrido antes, aunque lo realmente importante es que está aquí. Decir que la extrañé sería poco, decir que no necesité sus labios, sus calidas manos, sus abrazos, su voz o su risa, sería mentir, estar con ella es simplemente magia, calle es una obra de arte que de lo valiosa que es no tiene precio, con ella me gané la lotería y soy tan afortunada que fuí una tonta al dejar que todo eso le pasara, fuí una tonta al no darle la atención que necesitaba.

—¡Hey! ¡Hey! —movió sus manos por delante de mi cara.

—¿eh? —pregunté aturdida.

—¿escuchaste algo de lo que dije? — oh oh.

lo siento, pensaba en que no serví de nada para ayudarte— bajé la cabeza aguantado las lágrimas.

—hey, mírame —levantó mi mentón con una de sus manos— no digas eso, serviste más de lo que crees, fuiste de gran ayuda para las noches frías, gracias a tí sigo consiente y gracias a tí tomé el suficiente valor para salir de ese lugar— me dió un cálido abrazo y después un pequeño beso en la frente.

—¿así que no estarás sola? —la curiosidad invadió mi cuerpo al recordar lo que oí anteriormente.

—¿quieres quedarte conmigo en una casa de seguridad? —que tentador

con tal de no separarme de ti ni un momento más iría hasta la conchinchina— su melodiosa risa llegó hasta mis oídos haciendo que una sonrisa se posara en mi rostro.

—que linda risa tiene, señorita calle— intenté jugar un poco.

—ah ¿sí? Es usted una señorita muy coqueta, temo decirle que tengo novia— dramaticé un puchero lo cual hizo reír a calle.

—es muy afortunada de tenerla, espero la sepa valorar— me acerqué y con esfuerzo la rodee con mis brazos para darle un tierno beso.

—sin duda alguna— susurró en mis labios.

—ya está todo listo para el traslado de las dos, la camioneta en la que irán estará blindada para su protección, no sabemos bien a que nos enfrentamos así que será mejor estar seguros— el agente nos guió hasta la camioneta y después salimos rumbo a nuestra nueva casa por algunos días.

~Por otro lado~

—¿¡cómo pudo escapar!? Se supone que estaban al cuidado de ella, solo les di una tarea, par de inútiles— habló con furia desde la habitación donde antes se encontraba calle.

—no se preocupe, pronto tendrá lo que desea, en muy pocos días podremos seguir con nuestro plan, solo hay que seguirla desde el GPS que se le introdujo— cabizbajo respondió uno de los hombres.

—sí, tienes razón, es cuestión de tiempo— lo miró aceptando su comentario para después frotar sus manos imaginado el plan que tenía y a lo que se enfrentarían los calle.

No todo había acabado, un desenlace de terror y misterio cubriría la felicidad de calle y tal vez también la de poché.

MIL VECES TÚ ©(caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora