no importa

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Una sonrisa se formó en mi rostro al escuchar nuevamente su voz después de tanto tiempo, agradecía al más allá por tenerla aún a salvo.

—hola, quería que fuera sorpresa, pero creo que se me hará imposible llegar, ¿vienes por mi? — un silencio sepulcral se escuchó desde la otra línea y después un grito que hizo que alejara el teléfono de mi oreja.

—¿¡amor!? ¿Eres tú? — sabía que estaba llorando, la conocía perfectamente. Una lágrima resbaló por mi cara y quise tenerla ya mismo en mis brazos.

—escuchame, no tengo mucho tiempo, ven búscame en la calle “ Milán " Te estaré esperando— el teléfono hizo un ruido extraño y después la línea se cortó.

Derrotada me senté en la misma banca de hace un rato, aún con el miedo de que mis secuestradores me encontrarán decidí quitarme el gorro que tapaba casi toda mi cara, así sería más fácil para Poché.

Ambulancias, carros de policías y reporteros llegaron a mi rescate, unos de ambulancia me llevaron a revisar mis golpes, intentaban hacerme preguntas así como los reporteros eufóricos que eran detenidos por los policías, no me sentía con la fuerza de responder alguna de sus preguntas o si quiera de pararme, así que opté por quedarme callada. Mi mirada se dirigía a todas partes buscando alguna señal de mi familia, amigos, Poché o hasta Ramón... Pero no había señal de ninguno de ellos.

Hasta que los gritos de mi mamá intentando pasar por los reporteros me devolvió la fuerza, me paré de la ambulancia y fuí corriendo hacia ella, lloré sin vergüenza de que me vieran, extrañaba sus brazos, su aroma tan peculiar, la extraña a ella, pensé que jamás la volvería a ver, escuchar o siquiera abrazar. Sentí mi corazón vibrar por la emoción cuando de su boca salió “por fin estás con mamá" Todo parecía un sueño, era un sueño por fin estar por fin a salvo.

Al separarme de mi mamá ví a poché caminar con unas muletas, a pesar de algunos raspones en su cara se veía hermosa. Tapé mi boca para no soltar el grito de emoción que estaba conteniendo, por fin la tenía enfrente mío, por fin después de noches enteras sin parar de pensarla, después de soportar todos y cada uno de los golpes solo para verla de nuevo, después de tanto por fin la veo de nuevo. Fuí despacio hacia ella sintiendo como el tiempo se detenía, sus ojos se cruzaron con los míos y una corriente pasó por todo mi cuerpo, sin lugar a dudas pasaría todo lo que pasé de nuevo por ver esos ojos  que tanto amaba.

Cuidadosamente la rodee con mis brazos y después tomé su cara entre mis manos para besarla, un beso que me devolvió el alma entera, un beso que anhelaba desde hace mucho.

—te amo, te amo te amo, te amo — susurré —no podía morir sin antes decírtelo.

—no me vuelvas a dejar nunca más, eres la única persona que me aguanta, no necesito a nadie más en mi vida, te quiero a ti para pasar el resto de mis últimos días. No imagino mi vida con nadie más, entiende que sin ti me muero, sin ti no vivo, no soy. Eres la primera persona que quiero ver al despertar y la última al dormir, solo contigo imagino teniendo hijos que corran por ahí. No quiero que me dejes nunca más, no quiero volver a sentir la presión en mi pecho por tu ausencia...— las lágrimas salían por sus lindos ojitos, ya tenía la nariz roja junto con sus mejillas de tanto llorar. Mi corazón latía con fuerza, mis piernas flanqueaban y mi estómago era un nido de mariposas rebeldes. Es la mujer de mi vida, siempre lo he sabido.

—pase lo que pase estaré para ti, nunca voy a elegir a nadie ni nada más, siempre serás mil veces tú — la volví abrazar y cerré mis ojos guardando el calor de su cuerpo en mi memoria. Los flashes no tardaron en llegar por parte de todas las personas presentes pero eso no me importaba.

A pesar de que me sentía sin fuerzas no podía parar de sonreír, no importaba cuanto dolor sentía o cuantas ganas de descansar tenía, estaba bien, feliz y con lo que amaba, ya no importaba nada más.
Por el momento...

MIL VECES TÚ ©(caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora