La Verdad

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~narra poché ~

El dia tan esperado había llegado. Un sinfín de sentimientos rondaba por toda la casa y yo estaba más que nerviosa, no es como si dudara en el último momento, pero me aterraba el hecho de todo lo que podría estar pasando en estos momentos.

Pasé mis manos por el vestido de ceda pegado a mi cuerpo en un final de sirena que deslumbra a cualquiera, revisé una vez más mi maquillaje y me adentré de nuevo al celular esperando la llamada, la que cambiaría muchas cosas, una de ellas era mi relación con calle y, admitiendolo una vez más, estaba aterrada.

—no te preocupes, te ves fabulosa, seguro le dará un infarto al verte—volteé y sonreí al ver al ver a mi pequeña hermana apoyada en el marco de la puerta.

—espero que no, me pienso casar con ella aún con vida— le seguí el juego y me acerqué a ella para que diera un reconfortante abrazo.

—no te tienes que preocupar por nada, hermanita, te ama y la amas y han planeado esto por meses, todo saldrá bien— me dió unas leves palmadas en la espalda y después salió avisando que mi papá vendría en unos segundos por mi.

El teléfono sonó poniéndome los vellos de punta.

—¿sí? Diga.

—está listo.

~meses atrás~

Miré mi reflejo en un espejo quebrado y opaco y por primera vez no me reconocí, debajo de mis ojos habían unas grandes bolsas negras, rasguños tal vez del accidente y un cabello muy rebelde. Hace algunos días habían invadido la casa de protección en la estábamos y ahora estamos escondidas en una casa abandonada que encontramos al correr unas millas más lejos de la casa anterior, habían muebles viejos y empolvados con manchas de ha saber que, unas sillas dañadas y con telarañas y por ultimo un viejo cuadro colgado arriba de la chimenea de un lindo paisaje, Calle y yo rodeabamos una vela a medio terminar y encima unas mantas que nos cubrían del frío por el momento.

Miré a Calle y sus labios estaban un poquito morados por el frío, me acerqué a ella y pasé mi brazo por encima de los hombros sosteniendo la manta para que tuviera menos frío e hice movientos circulares en su brazo para calentarla.

—nunca lo hubiera imaginado— empezó hablar en un susurro—María José Garzón con el cabello enmarañado— me miró, rió por lo bajo y después se recostó cerca de la vela como si fuera una fogata, ya al cabo de un tiempo se quedó dormida. La observé dormir y podría jurar que era lo más tierno que había pisado la tierra, su carita era lo que quería ver cada mañana al despertar por el resto de mi vida.

Me alarmé al escuchar pisadas provenir de afuera de lo que quedaba de habitación, me levanté y agarré, con mi mano buena, el revolver que le había quitado a uno de los guardias muertos que encontramos en la huida, lo cargué asegurándome que aún tuviera las suficientes balas como para salir huyendo y apunté hacia la puerta.

—tranquila— su voz se me hacía conocida pero aún así seguí en mi posición de defensa.

—estoy armada y no tengo miedo a dispararle si es necesario, así que le aconsejo que no de un paso más—
La fuerza en mi voz era todo lo que podía demostrar como valentía.

El sujeto dió un pasó más revelando su identidad, puso sus manos arriba y de su cabeza y dijo:

—soy un aliado, solo quiero que sus sufrimientos acaben, no merecen todo esto —lo último lo susurró como si supiera en realidad todo lo que habíamos pasado y eso que lo que yo había vivido era poco para todo lo que soportó la chica aún dormida a mi lado.

—¿Cómo nos encontraste?

—llevó tiempo siguiendolas.

—¿Tiempo? ¿A qué se refiere?—me hizo esperar en lo que se levantaba Calle (la cual se emocionó bastante al verlo) y nos contó como había iniciado todo, las razones por las que lo tuvo que hacer y por lo que ahora está aquí.

—Pasé un tiempo encerrado en un lugar donde hice muchos buenos amigos y conozco a alguien desde pequeño que tiene una deuda conmigo en estos momentos, por ahora lo único que les puedo ofrecer es un techo y comida.

Fuimos llevadas cuidadosamente para que nadie nos viera hasta el auto de él, nos tendió una mano y dijo que por el momento lo único seguro era que todos pensaran que seguíamos desaparecidas, ideó un plan pero nos sacó de todo eso a nosotras, dijo que la mejor forma de que no nos atormentaramos más era que olvidaramos todo esto, que él se encargaría, pero siempre he sido testaruda y como debió de suponer no estuve tranquila hasta estar al tanto de todo, además, aún no confiaba del todo en él.

Su casa era muy acogedora, de dos pisos y llena de fotos familiares donde en una salía mi prometida, una chimenea rústica con toques modernos y muebles carmesí que hacían fuego con los colores de la pared y ni hablar de su madre, era un amor de persona, siempre ofreciéndonos algo de comer o alguna u otra cosa que necesitáramos, la podría recordar limpiandose las manos en un delantal y su ronrisa encantadora, ella reconoció inmediatamente a calle y la abrazó acaloradamente recondandole lo mucho que la había estrañado, “es un muchacho tonto por hacerte ir” dijo entre risas y abrazos, y al verme me abrazó igual que Calle, sin titubear, como si me conociera de toda la vida.

—así que tú eres la que se ganó el corazón de mi danielita— me tomó por los brazos cuidando del que estaba roto y me miró. Reí por el nombre y afirmé orgullosa.

—de hecho nos vamos a casar— la señora Margarita abrió los ojos como platos y se tapó la boca con lágrimas en los ojos.

—no lo puedo creer, ¿así de enamoradas están? pues que afortunada eres, cuida bien a mi muchacha, es como otra de mis hijas—me apuntó con su dedo y no dudé en abrazarla y una vez más sintiendo “el calor de madre" que emanaba y sin quererlo algunas lágrimas se escaparon de mis ojos.

El plan de Marck no era nada sencillo, consistía de entrenamiento y poner la vida en fuego, algo de lo que no estaba de acuerdo pero cooperaba en lo que podía.

Marck nos contó de la prometida del padre de calle «el cual nunca se casó por los acontecimientos» que en realidad era la esposa de Richard, el hombre que estaba detrás de todo nuestro sufrimiento.

—Sabía que esa mujerzuela tenía algo que ver con todo esto—hizo puños sus manos y susurro palabras incapaces de oír

—no te preocupes, mi amor, igual no podríamos haber sabido con certeza que ella estaba involucrada— tomé su mano y la besé calmandola un poco.

Las semanas iban pasado así como la culminación de nuestro plan y mientras todo esto sucedía, Calle, doña Margarita o Margarita (como le gustaba que le llamaramos) y hasta Marck nos estuvieron ayudando en lo de la boda, “una luz durante la tormenta no le hace mal a nadie, ¿no es así?” dijo Margarita mientras ojeaba la revista de vestidos de boda en elección.

Marck recibía llamadas de Richard las cuales tenía que atender como si nada pasara para no levantar sospechas, con lo ocupado que estaba en nuestra búsqueda no se imaginaba lo que se le venía encima.

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Sé que he estado muy ausente pero estaba muy ocupada, gracias por la espera y ya volví. Espero que lo disfruten y estén ansios@s por el final, ¡gracias!

MIL VECES TÚ ©(caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora