Fin

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~Narrador omnisciente~

Poché se estaba terminando de arreglar en una de las habitaciones de esa enorme casa; grande para habitar a muchos integrantes.

Afuera en lo que parecían troncos de árboles esculpidos como asientos estaban las personas, estos venían decorados con flores rosa bebé y blancas. Una cortina de flores blancas, enredaderas y luces estaba enfrente tapando el atardecer que se aproximaba, un bello altar blanco que daba forma al ambiente que se hallaba debajo y un espacio con pétalos esparcidos por el césped, algunas mesas largas con el bufet un poco lejos de ahí con mesas ahora separadas, un escenario que sería utilizado más tarde y cortinas que daba privacidad a todo lo que se hallaba dentro.

Un pequeño rayo de luz entró entre las flores y enredaderas colgadas dirigiéndose al altar, todo ahí era mágico al igual que todas las personas que lo habitaban. Mientras tanto, en una de las habitaciones, unos ojos esmeraldas miraban al vacío pensativos, no sólo porque estaba a escasos minutos de casarse, si no también, porque habían personas que definirían su futuro en algún otro lugar y eso la aterraba.

A decir verdad, cualquiera en su posición estaría igual.

Calle, por el contrario, la carcomian los nervios por una caída, por un posible contratiempo o que su boda no se pudiera finalizar por aquellas personas que se la llevaron un día, arreglaba sus zapatos y rogaba al infinito que ese día fuera único y todo terminara como lo pensado.

Mientras tanto, en otro lugar lejano: 

Mark observó por el rabillo del ojo a 5 hombres con armas en mano y dió una señal con sus dedos para que los hombres de Tatiana, alias alfa 1; entrenada y especializada en armas, batalla en zonas rurales, océano, etc, así prosiguieran.

Una casa de seguridad que era más una mansión llena de guardias protegiendo un solo objetivo: Richard.

Una sensación de nervios recorrió la espina dorsal de Mark haciendo que se arqueara levemente y produciendo un sonido lo suficientemente fuerte para que se escuchara hasta los guardias.

—¿Escuchaste eso? —uno de ellos se volteó hacia el lugar donde ellos estaban, haciendo que se escondieran todos inmediatamente para no ser vistos, una alerta que no dejaron pasar por alto.

Ya el guardia distraído junto con su compañero fue un blanco fácil para seguir con el plan. Todos se dispersaron con arma y silenciadores en mano, chaleco antibalas, una protección para la cara, ojos, arma en el tobillo y cintura, y una larga fila de balas colgando en el pecho de cada uno.

Los francotiradores se posicionaron en el lugar acordado y los otros fueron entrando sigilosamente a la casa. Desgraciadamente el plan se había complicado; Richard ya sabía de los individuos que rondaban en su casa e iba a salir huyendo como el cobarde que era.

El teléfono de Mark vibró en el bolsillo derecho de su pantalón. Éste se subió el pasamontañas limpiandose una gota de sudor que bajaba por su frente, lo sacó y vió el nombre de su antiguo jefe que lo necesitaba con urgencia, sabiendo que a este paso ya sería descubierto.

Recorrieron cada habitación deteniendo y en algunas ocasiones protegiendo a personas que no tenían nada que ver en todo ese conflicto, buscaron a Richard con sed de sangre, cada uno tenía un motivo o varios para hacerle daño hasta matarlo y no era para menos. Los tiroteos se escuchaban en cada esquina, los francotiradores hacían lo suyo y alguno que otro de los que estaban con Mark ayudaban a los heridos o despedían a los caídos.

Mark, siendo un hombre con poca paciencia fue hasta la última planta de la casa donde se producía la droga.

Una luz tenue verdosa que hacía distinguir algunas cosas, mesas largas con polvos de algunos colores llamativos y máquinas raras con la cuales, al parecer, creaban tales sustancias.

MIL VECES TÚ ©(caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora