el accidente

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Maratón 3/7

~Nara calle~

Poché había propuesto algo que me llamó la atención, tal vez viajar no sea mala idea, pero ¿estaría bien? ¿No correría peligro? Tal vez pondría en riesgo a poché, tal vez matarían a mi papá, tal vez, tal vez, tal vez...

Ahora todo es tan difícil, quisiera volver al pasado y volver a vivir pequeños momentos que ahora tal vez no volverán.

—¿está todo listo?—poché entró a la habitación con la maleta ya lista.
—si... Claro, ¿nos vamos?—me levanté de la cama y me dirigí hacia poché con la maleta en mano.

Salimos de la casa y antes de subirme al auto miré hacia atrás.

—amor, nos tenemos que ir—me llamó poché desde dentro del auto y me di vuelta para ir junto a ella.

En el camino fuí pensando en la llamada que había recibido la noche anterior, todo es más complicado cada día y cada vez es más difícil mentirle a mi novia, ya no me da hambre y no siento sueño. ¿desde cuándo mi vida se volvió tan difícil? Hace unos meses atrás pensaba en el futuro con  ella, nuestros viajes, las aventuras en cada hotel, nuestra boda, nuestros hijos y ahora, ahora ya ni sé si viva para contar un día más.

La llamada de anoche fue muy inesperada, siempre habían sido cartas, letras en un papel. Una llamada claramente no me la esperaba, cada vez era una cosa diferente un poco más grande  que la anterior. Recuerdo claramente Sus palabras.

no intentes escapar, no intentes decirle algo a alguien, y no te hagas las sufrida, con eso puedes levantar sospechas y es lo que menos quieres, ¿no es así Daniela? No querrás que poché sufra “accidentalmente" un tropiezo que acabe con su vida" 

Siendo sincera, he pensado en terminar la relación con poché, así a ella no le pasaría nada, tal vez fingiendo un engaño o ocasionando cualquier otra cosa.

—¿estás bien?— me exalté ante el repentino llamado sacandome de mis pensamientos, levanté mi mirada hacia ella y pude observar la intriga en su mirada.

—¿por qué preguntas?— me hice la desentendida.

—te noto rara—ahora tenía la mirada preocupada, se fijó en mí examinado mis movimientos lo que me hizo sentir intimidada

—no es nada, no te preocupes— coloqué mi mano en el volante donde ella la tenía. Poché iba a decir algo pero sus palabras quedaron en el viento, sin percatarnos un auto que venía a toda velocidad se desvío dándole a la parte trasera, poché perdió el control de este y fuimos rondando quedando totalmente inconcientes.

~narra la mamá de calle~

Estaba pintando el papel que reposaba en mi estudio, donde los colores se mezclaban entre si y creaban algo maravilloso, ahí expresaba mis sentimientos así que estaba lleno de estos.

El teléfono sonó haciendo perder mi concentración, bufé por el sonido de este y fuí enseguida a ver quien era.

—¿Aló? — del otro lado de la línea de escuchaba una respiración agitada.

—soy el papá de Poché, tienes que venir rápido al hospital, ellas... Ellas se volcaron— sentí como mi corazón se detuvo, realmente todo lo que había aa mi alrededor se detuvo.

Sin pensarlo más fuí corriendo hacia mi auto y fuí directo al hospital más cercano. Entre en el hospital y fuí a recepción a preguntarle a la señora que estaba ahí, pero ella parecía no cooperar, no se daba cuenta de mi desesperación y ya estaba a punto de gritarle cuando apareció mi hija Juliana.

—¿mamá?— voltee a mirar a Juliana y sentí un alivio recorrer mi cuerpo.

—hija—corrí hacia ella y la abracé tan fuerte que me pidió que la soltara.

—mamá, vamos a cuidados intensivos, ahí está calle—podía sentir el nerviosismo en su voz.

Subimos al tercer piso y nos dirigimos a la habitación 522 donde se encontraba mi hija. Según lo que me estuvo contando Juliana en el camino hacia la habitación, mi hija y poché se volcaron, unas personas llamaron una ambulancia y aquí están.

—vamos, es por aquí— pasé por el lado de Germán y no me dió tiempo de saludarlo, mi mente solo estába en mi hija y en su salud, pero cuando entré a la habitación estaba completamente vacía; busqué por toda la habitación pero no la encontré por ningún lado.

—¿¡dónde está!?— pregunté histérica hacia Germán que era el único que se había quedado con ella.

—¿qué? ¿Quién? —preguntó desconcertado, eso solo hacia que mi impaciencia creciera más.

—¿a dónde fue mi hija? ¿Quié se la llevó? — toqué el puente de mi nariz tratando de no golpear al primero que se cruce por la mirada.

—So... Solo fuí por un café— lo miré tratando de encontrar en su cara algo que lo delatara pero no hallé nada.

Me senté desesperada en el sillón de la sala de espera para calmar la desesperación.

~narra calle~

Desperté en un habitación oscura, había solo una luz que podía aclarar mi vista de aquella oscuridad, miré mi cuerpo que estaba cubierto por un vestido blanco de hospital, mi brazo estaba conectado a un cable que era el conducto de lo que parecían medicamentos. Me senté en la camilla y en el dolor en mi cabeza se hizo presente y automáticamente toqué la parte que me dolía.

Intente levantarme y dar pasos hacia la puerta donde provenían unas voces de diferentes hombres.

Mi vista estaba borrosa y casi  no podía distinguir lo que estaba a mi alrededor, me dolía todo el cuerpo y lo sentía pesado

—nuestro plan va a la perfección —una voz de mujer se escuchó desde el otro lado de la puerta y creí conocerla, su voz era chillona pero tenía un toque que no me era del todo familiar.

Quería escuchar más pero mi cuerpo se hizo más pesado, mis ojos se cerraban solos y después de un tiempo todo se volvió oscuro.

MIL VECES TÚ ©(caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora