Capítulo Treinta y Tres.

3.5K 235 24
                                    

-Uno… dos… tres… -Contaba una y otra vez, era lo que había estado haciendo las últimas dos horas, era lo único que apaciguaba mi subconsciente.

Los ojos me picaban bastante, el solo recordar que fecha era alteraba por completo todo a mi alrededor. Tres meses, aún no sabía nada de ella, del amor de mi vida… habían sido los peores meses que alguna vez pase, me la pasaba en vela llorando como un niño pequeño, el cabello me había crecido bastante, incluso había adelgazado.

Los chicos se esforzaban en animarme a mi, a Hotch; pero todo era en vano, simplemente nada mejoraba. Mi corazón no dejaba de acelerarce cada vez que escuchaba: tenemos un caso. Siempre surgía la esperanza de que se tratará de ella, de aunque fuese el saber como estaba… pero nunca era así.

-Ay Spence… No se que hacer para ayudar -Escuchaba como JJ hablaba mientras acariciaba mi hombro. -Necesitas estar bien para cuando ella vuelva.

Entonces mis ojos se volvieron a cristalizar -Y si jamás regresa, ya no la veré a ella… jamás conoceré a mis pequeños. -Mi voz se rompió, el solo hecho de pensar en eso me destrozaba.

-Mañana continuaremos investigando -Morgan se acercó.

Me levanté de mi lugar al ver la hora -Como sea, tengo que irme… -Tomé el maletín en mis manos, para retirarme a toda prisa de la oficina.

Daba pasos largos y rápidos, disimulando la tristeza que me inundaba a diario. Solo quería sentirla a mi lado, sus pequeñas manos abrazándome por la espalda, escucharla susurrándome al oído cuanto me amaba… o simplemente ver esos ojos hermosos iluminarse cuando la hacía reír.

No dejaba de reprocharme una y otra vez haberla dejado sola, se lo había prometido… pero no lo cumplí, había cometido el peor error de toda mi vida.

-Vuelve a mi, no sabes como te extraño… -Dije abrazando el libro que me había regalado, lo único que me quedaba de ella.

Miré la silla enfrente de mí, aún estaba su sudadera ahí, justo cómo la dejó el último día que estuvo aquí… me levanté, tomándola suavemente y absorbiendo el poco aroma que le quedaba, era completamente patético; aunque me importaba poco, era lo único que me hacía sentirla cerca.

El bolsillo de mi pantalón se movía con impaciencia, era mi celular. Con las manos un poco temblorosas contesté.

~Spencer, ven de inmediato… llegó una carta. Es de Dylan. ~Me quedé completamente helado.

~Enseguida voy…~ Colgué.

Por un momento la esperanza volvió a invadir mi cuerpo, quizá eso nos daría una pista de donde estaba aquel bastardo que me había arrebatado a mi familia. Deseaba con todas mis fuerzas por fin recuperar a la luz de mis ojos.

(_____)

Frotaba mis manos con cuidado, de nuevo las tenía un poco azuladas por el frío del cuarto donde estaba. Estaba recostada sobre las cobijas que tenía, pero no era suficiente… suponía que si Dylan no me mataba, lo haría indirectamente con las condiciones en las que me tenía.

Miraba mis piernas, lucían bastante delgadas al igual que mis brazos, pero era lo que menos me importaba en esos momentos… si no lo poco que había crecido mí vientre, ya casi no sentía que mis pequeños se movieran, me provocaba tanto pánico que algo anduviera mal.

Desenredaba mi cabello con los dedos, Lo tenía tan seco y quebrado que en ocasiones sentía como caían los mechones, realmente estaba mal, pero no podía rendirme. Los ojos me lloraban cada vez que pensaba en Spencer, en cómo estaría, en cuanto lo extrañaba.

-Como quisiera que estuvieras aquí señor genio -Dije abrazandome a mi misma, con la vista hecha un mar.

La puerta dio un ruido seco, habían dejado una bandeja con pan y agua, lo mismo década semana. Siempre me recordaba la comida de Hotch, que aunque no tenía tan buen sazón como la de Rossi… era bastante buena a comparación de esto, "oh no sabes como te extraño a tí y a Jack, papá… los extraño a todos"

Secrets. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora