XII «Departamento»

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Había neblina demasiado densa, no se podía ver nada. Poco a poco empezó a ver árboles. Era de noche, la penumbra la envolvió pero no tuvo miedo y comenzó a caminar.

Se dió cuenta que era un bosque. En uno de los árboles se leía la inscripción tallada “Aquí yacen los sueños y esperanzas de Adara y Loki”. Al leerlo ella sonrió. Recordaba perfectamente lo que había ocasionado aquél enunciado.

Fue cuando perdieron el combate contra Thor y contra mí —La voz de Fandral la asustó e hizo que volteara ligeramente a él.

Lo miró, ahora llevaba su armadura y su espada. Su cabello perfectamente peinado y una pequeña sonrisa nerviosa en su rostro.

—Sí, lo recuerdo —Habló ella mirando la inscripción—. Siempre fuiste un excelente espadachín. El mejor de todos nosotros. Fue demasiado ingenuo pensar que podríamos ganarte —Concluyó sin mirarlo.

—Después de ese encuentro me pediste que te enseñara, ¿Recuerdas? —Preguntó acercándose a ella—. Y ahí comenzamos a hablar más. Y tú creías que yo era un mujeriego, por eso no me  concedías el honor de una cita —Sonrió—. Luego te demostré que tú eras la única que en mi mente reinaba...

—Fue justo después de que regresaras de Midgard —Lo interrumpió—. Yo te decía que eras un casanova porque aquí te rodeabas de mujeres jóvenes y luego regresaste alegando que te habías casado con una mujer Midgardiana llamada Marian —Lo miró—. Contabas esa historia con mucho orgullo y yo sólo rodaba los ojos y evitaba escuchar.

Él bajó la mirada.

—Sí. Pero luego te dije que...

—Que la dejaste, lo recuerdo —lo interrumpió—. La leyenda Midgardiana reza que moriste pero regresabas en forma de visiones o algo así —Lo miró acusadora—. Dime, Fandral... Cuando estabas agonizando en mis brazos, ¿En verdad moriste?

Él levantó la vista y la enfrentó. Pero algo en él no se veía bien. Parecía nervioso, ansioso.

—Sí —Contestó finalmente—. Morí entre tus brazos, Addy. Pero hay algo que no me deja ir en paz. Lo siento —Se giró lentamente.

Adara lo observó. Estaba algo molesta como para evitar que se fuera. Entonces se desvaneció entre la oscuridad del bosque.

—Si tan sólo me dieras más pistas, Fandral —Susurró mirando el árbol tallado por ella misma y la compañía de Loki—. Te ayudaría a salir de ese infierno.

—Por cierto —Susurró—. Gracias por usar el anillo. Me da paz.

Ella miró a todos lados pero no lo encontró. Al parecer sólo era su voz. Suspiró y se sentó bajo el árbol tallado. Cerró los ojos brevemente y al abrirlos ya estaba en su habitación.

Al despertar, se dió cuenta que se había quedado dormida en posición fetal. Una manta azúl marino la cubría. Un olor a comida invadió su nariz. Miró a su costado y en la mesita de noche estaba un paquete de comida italiana.

Sonrió al recordar que Steve había quedado en llegar con la cena. Lástima que no lo había visto.

Miró su reloj, marcaba las cinco de la mañana en punto. Se sentó en la cama y se estiró un poco. Tenía mucha flojera de levantarse, se quedó observando su celular. No veía nada en él realmente, pero servía de distracción para hacer volar su mente.

Cuando le preguntó a Fandral si realmente había muerto entre sus brazos, él lo dudó y respondió con nerviosismo. ¿Qué habrá pasado realmente? Exhaló el aire contenido debido a la frustración.

D E S T I N O » Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora