XXIV «Rota»

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Ya habían llegado los científicos de los vengadores con el neutralizador, aunque no sabía dónde lo habían puesto porque el departamento era demasiado pequeño para la máquina y albergar a tantas personas.

Miró al techo del edificio notando el aparato.

Apartó la vista aliviada.

Vió un auto lujoso y la motocicleta de Jhonny.

Ángela hizo un agujero de gusano para llevar las bolsas del súper.

Después entraron, se escuchaba un buen ambiente. Estaban comiendo y charlando muy felices con Gea.

Lo primero que vió fue a Scott hacerse pequeño para mostrarle a Gea lo que hacía el traje.

Ángela negó lentamente con una pequeña sonrisa.

Todos reían con el buen humor de su querida abuela y su insoportablemente linda insistencia en dejarla en vergüenza.

Saludó a todos. Llegó con Stephen y le preguntó en un susurro que si había hecho algo para que Kenneth no tuviera idea.

—¿Bromeas? Estás hablando conmigo, claro que lo hice —Se aludió—. Él sólo nos puede ver en una especie de distorsión sin escucharnos. Tenemos poco tiempo antes de que se desespere y haga algo.

Ángela asintió.

—Cierto, ¿Qué harás? —Preguntó Scott. De pronto todos le prestaron atención.

Ella suspiró y los miró a todos.

—Iré al futuro. Deben cubrirme, soy vulnerable en ese estado.

—Espera, ¿Qué? —Preguntó Stephen curioso—. Eso es muy peligroso, se necesita de mucha práctica, Angie.

—Sí, lo sé —Cerró brevemente los ojos—. Sé lo que hago Strange.

—Es demasiado peligroso, Ángela. Sabes perfectamente las consecuencias. No permitiré que lo hagas —Habló con autoridad.

—Tengo siglos cargando en mis hombros, Strange —Replicó molesta—. ¿Crees que no sé lo que hago? —Preguntó mirándolo a los ojos—. Estaré bien y no violaré ninguna regla, ¿Okay?

Stephen se quedó un momento en silencio, relajó su expresión y la miró con cansancio.

—Ángela, es muy diferente ver el futuro que ir al futuro —Comenzó con voz serena—. Hay aspectos del tiempo que tenemos que cuidar y respetar, tal cual está, porque se nos puede salir de control fácilmente —Dijo, no queriendo dar más información a su interlocutora, ya que ella conocía bien de lo que hablaba—. Es muy arriesgado, entiende.

Lo único que quería era hacerla entrar en razón.

—Comprendo tu angustia, Stephen, pero lo haré de todas formas. Seré cuidadosa, de eso no hay duda —Bajó la mirada un segundo—. Es nuestra única ventaja —Sentenció sosteniendole la mirada.

—Bien. Pero no me hagas decirte "te lo dije" —Se rindió y se dió media vuelta.

La chica exhaló y miró a Gea quién estaba atenta escuchando lo que decían, al igual que los demás.

D E S T I N O » Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora