X «Reconciliación»

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Ángela buscaba desesperadamente a Steve por todos lados. Debía encontrarlo y reconciliarse lo antes posible.

Entonces un agente le dijo que se encontraba en su dormitorio. Ella corrió allá y al entrar al pasillo pudo apreciar a Steve a punto de entrar a su habitación.

—¡Steve! —Gritó la chica con los ojos llenos de lágrimas pero luchando por no llorar—. ¡Steve, espera!

Él la miró desde donde estaba y se giró a ella cuando la vio correr.

Ella se lanzó a sus brazos y él la recibió, no muy convencido y muy confundido.

—¿Qué sucede, Angie? —Preguntó aún abrazándola.

Ella negó, lo abrazó tan fuerte como pudo por unos instantes y luego se separó de él. Tenía los ojos brillosos, Steve le sostuvo la mirada y le quitó un mechón de la cara para ponerlo detrás de su oreja. Se sorprendió al verla así de vulnerable.

—Recordé lo mucho que te amo —Contestó seria—. Y que no puedo estar enojada contigo —Sonrió.

Él la miró confundido pero feliz de escucharla. Además, aprovechó la situación.

—También te amo, Angie —Contestó con voz grave—. Y perdóname, fuí un idiota. No sé cómo se me ocurrió decirte todo lo que te dije, te juro que no sé qué me pasó...

—Shhh —Puso su dedo índice en los labios de él y sonrió—. Está bien, no hables más.

Él sonrió y la abrazó por la cintura atrayéndola hacia sí.

—¿Sabes que eres la mejor? —Preguntó mirándola sonriente.

Ella negó con una expresión triste.

—No lo soy, Steve, pero gracias por pensarlo —Sonrió.

—Lo eres... No hay duda —Sonrió tocando la punta de la nariz de la chica.

Ella cerró los ojos y luego se acurrucó en él.

—¿Sabes que tienes poder sobre mí? —Suspiró—. No abuses de él, por favor.

Él le acarició el cabello, había una sonrisa en su rostro.

—Tú... Tú también tienes poder sobre mí, Angie. Y creeme que sé a lo que te refieres y jamás haría algo así.

Ella lo abrazó con más fuerza. Estaba tan agradecida con él, realmente se sentía mal por haber coqueteado con Bucky y también por haber peleado por Sharon.

Derramó una lágrima, ésta mojó la camiseta de Steve. Él se dió cuenta de ello y se sintió culpable de lo que pasaba, así que tomó aire y habló:

—Perdóname, Angie. De verdad, lo siento, dije cosas que no quería decir en verdad y...

Ella se separó y negó.

—Estamos bien, ¿Sí? Ambos hicimos y dijimos cosas que nos hirieron y de las cuales nos arrepentimos —Asintió—. Por favor, ya no hay que hablar sobre el tema.

Steve asintió. Ella inhaló para no romper en llanto.

—¿Me acompañas a mi habitación? —Preguntó la chica señalando su puerta.

—Sí, claro —Asintió—. ¿Qué harás?

Ella le tomó la mano y lo guió a su puerta, giró la perilla y entraron.

—Primero, te quería agradecer por el detalle de las flores y el oso. Creo no lo hice, así que... Gracias, son hermosos —Sonrió—. A las rosas las puse en una fase de presente infinito, lo que significa que siempre estarán frescas.

D E S T I N O » Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora