XIV «Ataque»

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Al llegar al Bifröst, ella corrió a la salida, sin embargo Heimdall la detuvo.

—¿Qué pasa? —Preguntó mirándolo extrañada.

—Lady Adara, le recomiendo que se quite el anillo —Dijo mirando su mano.

Ella miró a su mano izquierda y el anillo. No lo había recordado, se sorprendió de ello.

Ella asintió.

—Gracias —Se lo quitó y lo guardó en su bolsillo. Antes de irse, Heimdall la esperó a que se cambiara.

Ángela subió a su caballo y casi voló al castillo.

El primero al que visualizó fue a Thor, a quien corrió a abrazarlo.

Él se sorprendió, aún así le correspondió el abrazo.

—Sabes que estoy aquí para lo que sea —Susurró la chica con suavidad.

—Tenemos que encontrarlo, Adara —Contestó con voz tensa.

Ella se separó de él y le asintió determinada mientras lo miraba directo a los ojos.

—Vivo o muerto, pero debemos traerlo —Contestó determinada. Thor asintió, agradeciéndole con la mirada—. ¿Dónde está Odín? Debe estar devastado.

—¿Y qué hay de tí? —Preguntó Hogun—. Para tí también era como una madre.

Ella asintió.

—Hola Hogun —Sonrió levemente y exhaló—. Ahora yo soy la menos importante. Thor y Loki perdieron a su madre y Odín a la mujer que más amaba.

El guerrero asintió, comprendiendo su punto de vista.

—Está en su habitación, no ha salido y probablemente no saldrá hasta el funeral —Respondió éste.

—Bien —Adara exhaló—. ¿Ya le avisaron a Loki? —Preguntó preocupada.

—Ya —Contestó Thor—. Deberías ir a verlo. Siempre fue más apegado a ella —Bajó la mirada—. Y debe hablar con alguien.

Ella asintió mirándolo con tristeza, y le puso la mano en el hombro. Luego emprendió su viaje a la cárcel.

Los guardias ni si quiera le dirigieron la palabra, simplemente la dejaron pasar. Todos los presos festejaban y le gritaban que se pudriera junto a Frigga, unos cuantos trataban de lanzarle cosas y otros cuantos hacían señales obscenas.

Finalmente llegó a la celda de Loki y lo vió caminando de un lado a otro, pensativo, enojado. En su celda todo parecía en orden, como cualquier otro día.

—Hola, Loki —Saludó un tanto seria, mirándolo.

Él giró su vista a ella, inexpresivo, serio, frío. Luego bajó la vista.

—Hola, Adara.

—¿Puedo pasar? —Preguntó acercándose un poco.

—No —Respondió inmediatamente—. Estoy harto de que te vayas y vuelvas una y otra vez, ¡Fingiendo que te importo! —Habló con amargura y la miró—. ¡Decídete de una vez! ¡¿Perteneces aquí o te irás con esas alimañas de tu estúpida Midgard?! —Preguntó con evidente irá.

Ella no respondió de inmediato, simplemente lo observó. Sabía lo que estaba pasando y que trataba de desviar la situación.

—¿Acaso es una ilusión lo que estoy viendo, hermano? —Preguntó mirando todo en perfecto orden.

Él desvío la vista y no respondió de inmediato, en su lugar le dió la espalda, cabizbajo. Pasaron unos instantes y luego la ilusión se fué, dejando ver a Loki en el piso, desaliñado y todo por ningún lugar. Inclusive, tenía restos de moras en los pies.

D E S T I N O » Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora