03.

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Y ahí estaba él, él me miraba con desagrado. Y estoy segura de que yo también lo veía así, tenía puesta una camiseta negra. A pesar del color su abdomen plano y duro se podía ver por encima de ella, usaba unos pantalones de mezclilla azul un poco ajustados. Estos se delineaban en sus largas piernas fuertes, traía un cinto que ayudaba a mantener su camiseta fajada, tenía puestos unos tenis blancos con detalles negros. Su pelo estaba un poco alborotado dándole un toque de chico malo.

¡Aww, es muy atractivo!

Mi tonta conciencia de nuevo. Quisiera callarla, pero no puedo. No voy a negar que luce bien, pero nada del otro mundo. Obviamente no me sorprende en lo absoluto, he visto chicos mucho más atractivos que él.

Ajá.

— ¿De nuevo tú? —su voz ronca y fuerte invadió mis oídos.

Él estaba frente a mí, estaba observándome de mala manera. Me limité a verlo con desagrado al ver que él me recorría con sus ojos descaradamente.

Maldito bobo.

— No estoy aquí por justo, muchachito. —le di un empujón con mis dos manos haciendo que entrara a su casa y después entre, cerré la puerta detrás de mí y reí por lo bajo.— No eres tan fuerte como aparentas, eh. —me burle.

Él me miró con molestia, luego me dio una sonrisa torcida.

¡Aww, sonríe hermoso!

Sólo luce bien sonriendo, es todo.

— Y tú no eres tan agradable como aparentas, niñita. —torcí mis labios al oírlo.

¿Que no soy agradable? Pffs, lo dice como si él lo fuera. Es un maldito creído de lo peor, dios santo. ¿Como pudo mamá obligarme a venir acá?

— ¿Dónde está tu hermana? —camine por una pequeña sala y me senté en un sofá grande.

— ¿Acaso tú eres la chica que mi padrino envíó para hacernos compañía? —pregunto siguiéndome a la sala, él se sentó en un sofá frente a mí, yo asentí y él se tenso.— ¡Demonios!, mis rezos a Jesucristo fueron en vano para que no fueras tú la que vendría.

¿Acaba de burlarse de ti, Vickie?

Si, querida conciencia.

Regresasela.

Oh si, claro que lo haré.

— La verdad no entiendo para que me obligaron a venir aquí. —digo mientras pongo una pierna sobre la otra.— Se supone que para hacerles compañía a tu hermana y a ti, pero como que a ti ya te veo peludito. ¿Eres vieja o algo así como para necesitar compañía? —ahora fue mi turno de burlarme.

Él torció los labios y me miro de mala manera, yo sólo me limité a sonreír de lado.

Bien hecho.

Lo sé.

Se aclaró la garganta:

— Mi hermana está en su habitación. —señalo a las escaleras que no había visto.

— Oye. —lo llamo seria.— Hablando enserio. ¿Cuántos años tienes? digo, te ves mucho más grande que yo, es extraño que quieras compañía para ti y para tú hermana.

— Tengo diecinueve años. —contesta mientras se acomoda en el sofá.— Y no es que quiera compañía. —hace comillas.— En realidad la compañía es para mi hermana, yo trabajo de las tres hasta las once de la noche. No me gusta que mi hermana este sola aquí. —explico haciendo miles de señas.

La Chica Indicada ✔️ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora