. . 🥀// . . Uno está dónde
Quiere estar, no hay
Excusas para nada . .***
El día no ha sido tan malo como creía que iba ser. Anthony se ha encargado de tenerme más que ocupada, mi mente ocupada no hace que esa cosa llamada corazón me dé lata, creo que es mejor así. Así no estoy lamentándome todo el tiempo, en lo que cabe, la he pasado bien, he reído con los malos chistes de mi querido amigo, su madre salió hace un par de horas dejadonos a cargo de limpiar lo que es la sala y el comedor, no sé quiénes vengan esta noche. Pero, sin duda alguna, me sentiré rara, no sé que vayan a decir los familiares de Anthony cuando me vean aquí metida, realmente no tengo nada que ponerme, siento algo de pena por estar de arrimada aquí, pero lo cierto es que no tengo a donde ir. O tal vez si, sino que no he salido a buscar a las loquillas con las que era inseparable.
- Creo que saldré un rato. -le aviso a Anthony dejando el paño húmedo en la cubeta con agua.- Necesito despejarme. -agregué.
- Oye, no puedes dejarme con todo. -sus palabras me hicieron suspirar.- Terminemos y vamos juntos. -propuso.
-Quiero hacerlo sola. -aclare dándome la vuelta. Camine hasta la puerta y volteé a verlo por última vez.- Suerte con eso. -fue lo último que le dije antes de salir.
Rápidamente el aire fresco estampó mi cara con uno que otro cabello mío, sonreí ante la sensación del frío invierno, había olvidado que en estas fechas hace mucho frío.
Tomé camino por la banqueta, mis días en Miami no han sido del todo buenos, pero tampoco puedo negar que estoy mejor que ayer y antier, Anthony y sus padres se han portado muy bien conmigo, los conozco desde hace tiempo y aunque antes de irme a New Jersey él me atraía, ahora solo lo veo como un gran amigo.
Después de un rato llegué a mi destino, solía venir a este lugar la mayoría de veces. Y no sola, venía con algunas amigas a pasar el rato.
Mis ojos parpadearon repetidas veces al ver a aquella persona. Ella estaba ahí, una de las chicas con las que era más que inseparable. Mafer, Mafer estaba allí, me pareció un poco raro que estuviera sola, sin embargo, no dude nada en encaminarme hacia ella.
- ¡No es cierto, no es cierto, no es cierto, demonios no! -exclamo una vez que me tuvo frente a ella. Sonreí más que feliz.
Ella estaba sentada en una jardinera, sus piernas largas y blancas como siempre estaban descubiertas, su cabello rojizo lucía más largo que la última vez que la vi, sus ojos verdes reflejaban felicidad. Mientras que sus labios anaranjados mantenían una sonrisa amplía.
- ¿No me vas a abrazar? -con tan sólo decirlo se lanzo hacia mí haciéndome retroceder unos cuántos pasos. Su olor a fresas invadió mi nariz, no es una novedad que huela a frutas.
- Había escuchado rumores de que estabas aquí, pero no creí. -susurro en mi oído. Después de unos segundos nos separamos.- En verdad, me alegra muchísimo que estés aquí y luego en noche buena. ¡Aww, que emoción! -exclamo entusiasmada.
-Tranquila. -sonreí de lado.- Te va a dar algo. -bromee.
- Ay no, para nad.. -sus palabras quedaron en el aire por un momento, suspiro y me tomo de los hombros.- ¿Por qué estás vestida así? -pregunto con cierto desagrado. Mafer retrocedió y me echó un vistazo de pies a cabeza.
- Es una larga historia. -me límite a responder.
Sale de sobra decir que Mafer es una chica muy especial, es algo.. reservada, por así decirlo. Sus gustos son buenos, nunca la verás desarreglada o en facha, ella siempre luce buena ropa de buenas marcas, su familia está en muy buena posición económica. Gracias a dios eso no es un impedimento para ser una muy buena amiga.
- Urge que vayamos a mi casa, ahí tengo todo lo necesario para que te veas hermosa. -hace una pausa y sonríe.- Bueno, más hermosa porque ya lo eres, querida. -halago.
Entonces se me vinieron a la mente..
- ¿Y las chicas? -no dudé en preguntar.
- Por ellas no te preocupes, nena. -coloca sus manos en mis mejillas y sonríe.- Ahora mismo las llamo y verás que en cuánto les diga que estás aquí, no dudarán ni un segundo en alcanzarnos allá.
- De acuerdo. -asentí.En cuánto hablé, Mafer me guío por el camino. En cosa de minutos llegamos a su lujosa casa con ayuda de su chófer, no era la primera vez que subía a su camioneta, pero volver a subirme en ella me trajo muchos recuerdos.
La casa de Mafer lucía mucho mejor que antes, la piscina, el césped, el color, las rosas, los árboles. Todo era de lujo aquí, creo que tiene muy buena suerte por esta vida que le tocó vivir.
- Primero que nada. -habla Mafer una vez estando en su habitación.- Date una buena ducha, toma lo que quieras y no salgas hasta que estés completamente relajada. ¿De acuerdo? -yo solo asentí.
Sonreí por un momento y entre a su baño.
(...)
Salí de la ducha. Y como Mafer lo había dicho, salí hasta que estuviera relajada, la ducha me sentó bien, cuando salí lo primero que vi fue un mundo de ropa en su gran cama, eran colores muy bonitos, rosa, naranja, azul, verde.
- ¿Y ahora? -pregunté dejándome en sus manos por completo.
Traía tan sólo una bata y una toalla en el cabello.
- Estoy buscando algo que te quede a la perfección. -dice mientras busca entre la ropa.- Debes lucir muy bien ese cuerpecito que te cargas, reina.
- Puedo ponerme cualquier cosa, Mafer. -le reste importancia, mientras me sentaba en un sofá pequeño.
Que por supuesto era color rosa.
- ¡Ya te dije que no! -exclamo con molestia.- Sólo déjame buscar algo lindo que te haga lucir más hermosa.
- Está bien. -suspire con cansancio.- Como tú digas, Fernanda.
Mientras que Mafer me ignoraba por buscar algo según ella lindo, en el pasillo comenzaron a oírse algunos gritos de chicas. Mis labios formaron una sonrisa cuando reconocí las voces.
- Son ell..
Mafer no termino de decirlo cuando la puerta de su habitación fue abierta de golpe, por instinto me puse de pie. Esas loquillas estaban aquí, después de tanto tiempo sin verlas sentí una gran felicidad, todas ellas lucían muy bonitas, ellas y sus estilos tan diferentes.
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La Chica Indicada ✔️ [En Edición]
Ficção AdolescenteTodo era nuevo para mí, después de que mi mamá se casará con mi padrastro nos mudamos a otro país. No conocía a nadie y nadie me conocía a mí. Esa era la principal desesperación que tenía. A los días a través de mi ventana pude ver que alguien me ob...