06.

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Si, lo sé. Sé perfectamente lo que están pensando. Tampoco sé exactamente qué fue lo que pasó anoche con Ryan, lo único que tengo claro ahorita es que me desagrada mucho, pero también tengo algo en cuenta. ¿Saben que es?

¡Hoy es sábado!

Por lo tanto no tengo porqué hacer algo, hoy es mi día especial. No es mi cumpleaños o algo por el estilo, pero los sábados no hago nada, es por ley eso. Mi mamá y Octavio lo saben, bueno. Todas las personas que me conocen bien lo saben. Hoy no pienso hacer absolutamente nada. Y nadie hará que haga algo.

— ¡Victoria! —la voz de Esmeralda se escucho detrás de la puerta de mi habitación, seguido de eso esta fue abierta por ella.

Esmeralda entro sin pena alguna, se aventó a mi cama y se recostó a un lado de mí.

¿Qué carajos hace aquí?

— ¿De dónde carajos saliste, Esme? —me senté de golpe y la mire, ella hizo lo mismo.

— Quiero que me ayudes a organizar todo para mí fiesta de cumpleaños.. —su voz es baja y en tono de súplica.

— Pero si tu fiesta es hasta el próximo sábado, loquita. —digo dándole un golpe leve en la frente.

— Claro que no. —Esmeralda negó y río.— La fiesta es este mismo sábado, es hoy.

¿Hoy?

¿Precisamente hoy?

¿Hoy que tengo pensado estar echada todo el día?

¿Por qué?

— Ay, no.. —me estampe de nuevo en mi cama y tape mi cara con una almohada.

No es por ser mala persona con Esmeralda, pero ahorita no tengo ánimos de hacer nada. Menos tengo ánimos para estar aguantando a su hermano, lo único que quiero es estar en mi cama hasta mañana que vuelva a salir el sol. La almohada fue arrancada de mi cara gracias a Esmeralda, abrí los ojos y ella estaba mirándome con súplica.

— Por favor... —insistió haciéndome ojitos.

¡Demonios!

— Está bien, está bien. —me incorpore de nuevo.

— ¡Yuupii! —exclamo como niña de ocho años.— ¡Eres la mejor! —de sorpresa me abrazó.

— Lo sé. —susurre en su oído.

Esmeralda se separó de mí y se puso de pie frente a mi cama. Hice lo mismo, me puse mis pantuflas, tomé una liga y uní mi cabello en un chingo mal hecho, un par de pelos rebeldes caían sobre mi frente y orejas, pero los ignore.

— Ryanair está en la sala con tu padrastro, vamos. —al decirlo salió como bala hacia afuera.

¿Osea que aparte de tener que aguantarlo por obligación también debo soportarlo en casa de Octavio? Diosito santo, por favor, ayúdame a cargar esta cruz. Salí de la habitación dejando la puerta abierta, a pasos grandes llegué a la casa, subí los escalones pequeños y entre sin esperar más nada. Al entrar me encontré con Octavio, él estaba sentado en el sofá individual, frente a él estaba Esmeralda sentada en el borde del sofá de dos personas, en el sofá ese. Estaba Ryan sentado.

La Chica Indicada ✔️ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora