— No. —salió de mis labios con mucha frialdad; sin mi consentimiento.
¿Por qué respondí eso? Me debe dar igual si tiene novia o no.
Te gusta, admítelo.
Estúpida conciencia, muérete. No respondí eso porque "me gusta". Sino, porque sólo estoy aquí para hacerle compañía a Esmeralda, no estoy aquí para estar cuidandola a ella mientras Ryan se la pasa de lo mejor con su novia. Está bien el encaje, pero no tanto. Un suspiro se escucho por la línea telefónica, luego de eso; escuche como se aclaró la garganta.
— Está bien. —hubo un segundo suspiro.— Estaré ahí a las once veinte. —sin más: colgó.
¿Acaso fui un poco egoísta? Nah, no lo creo, y si lo fui. No me importa, siempre he sido así. Apague mi teléfono sencillamente y lo aguarde en el bolsillo trasero de mi short, luego subí las escaleras para entrar a la habitación de Esmeralda. Ella estaba recostada en su cama, tenía su teléfono pegado a su oreja, está hablando por teléfono. Decidí darle su privacidad, así que cerré la puerta sin hacer ruidos y observé el pasillo pequeño de la casa; esta casa es muchísimo más grande que la de Octavio y mamá, la de ellos es de un sólo piso, pero es amplia, en cambio esta casa es de dos plantas y es amplia también. Es un buen lugar.
Me pregunto si esta casa será de Ryan o de sus padres, él trabaja, pero no sé si su salario sea suficiente. En fin, eso es algo que no es de mi incumbencia. Sobre ese sujeto tan desagradable; no sé porque me causa tanta inquietud, no siento que me guste. O bueno, si es guapo, lo admito, pero su actitud es pésima, no me gusta para nada, se ve que es muy engreído, arrogante, egoísta y presumido.
Tú también eres así, Victoria.
Maldita conciencia, ¿acaso no te puedes quedar callada? Ya sé que soy todo eso, sólo que yo si caigo bien. Y él no.
(...)
Son las 11:15.
Tan solo faltan cinco minutos para largarme a la casa, estar aquí es una tortura para mí. No estoy acostumbrada a estar en casas ajenas, nunca me ha gustado estar en casas de amigos, sólo en la mía. Esmeralda ha sido buena conmigo, a pesar de que es un poco menor que yo. Nos acoplamos al cien porciento. Ella me recuerda a mí, así como está ahora físicamente estaba yo. Bueno, estaba más flaca todavía, era un palo. Literalmente.
Ya quiero irme de aquí, extraño mi cama, tengo sueño y ya necesito mí cómoda pijama. El ruido de la puerta abrirse invade mis oídos. Sé que es Ryan el que la ha abierto, pero no quiero voltear a ver. Esmeralda al escuchar unos pasos hacia la sala se puso de pie y corrió hacia la puerta, sus pasos ruidosos me lo dijeron.
— ¡Ryan! —exclamo Esmeralda a mis espaldas.
Escuche sus pasos y otros más acercarse a dónde estaba, pero aún así mantuve la mirada enfrente.
— Saluda a Jessie. —su voz extremadamente ronca invadió mis oídos.
Por alguna razón mi respiración se volvió agitada, mis hombros se tensaron, mis piernas tambalearon y se pusieron débiles, mientras que por todo mi cuerpo recorría esa corriente eléctrica que he sentido todo el tiempo con cosas relacionadas a Ryan.
Controlate, Victoria.
Mi autocontrol emocional hablo en mis adentros. Ryan apareció frente a mí, vestía la misma ropa de esta mañana, sólo que su cabello se veía un poco más alborotado; saliendo de su frente, pero eso no era todo. Mi vista se nublo cuando note la presencia de una chica a su lado, ella lo sostenía de la mano. Es de cabello negro, lacio y largo; las puntas las trae onduladas. Sus ojos son oscuros: como la noche. Sus labios son carnosos. Es de pechos grandes, se ve caderona, es de piel morena clara, viste de un vestido azul marino, es corto y muy pegado.
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La Chica Indicada ✔️ [En Edición]
Novela JuvenilTodo era nuevo para mí, después de que mi mamá se casará con mi padrastro nos mudamos a otro país. No conocía a nadie y nadie me conocía a mí. Esa era la principal desesperación que tenía. A los días a través de mi ventana pude ver que alguien me ob...