20| Un bastardo

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Cap (4/4)
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Su padre despertó unas horas después de su llegada. Para ese entonces Adrién se sentía completamente entumecido, con la cabeza llena de humo y probablemente tenía unas tremendas ojeras marcadas en su rostro. No había querido comer nada tampoco y trataba de hacer todo lo posible por ignorar las miradas de desaprobación que Jeanluque le mandaba.

Anne Marie estaba sentada a su lado, con la cabeza recostada contra su hombro. Ambos estaban dentro de la habitación en la que Atoine reposaba, hacia menos de cinco minutos se había quedado dormido.

Se sentía un poco extraño pues había hablado con su padre, le había dicho cuan feliz se sentía de que estuviera bien y de que fuera recuperarse. Pero ninguno de los dos sacó a relucir el tema del matrimonio arreglado, era como si hubieran acordado ignorar al enorme elefante rosa dentro de la habitación. Lejos de tranquilizarlo lo hacía sentir ansioso, porque de una forma u otra había vuelto. Y sin importar cuanto le doliera iba a ceder a los deseos de su padre.

Sabía que Jeanluque no estaba de acuerdo, podía verlo en su mirada, la decepción y... había algo más. Por momentos le daba la impresión de que Jean podía ver através de él. Que sabía lo que realmente le estaba pasando, pero rogaba con todo su corazón que no fuera así.

Adrién estaba cansado de causar problemas y de decepcionar a las personas. Sabía que el camino que estaba eligiendo no era el adecuado, que lo haría terriblemente infeliz y que lastimaría a Oscar de la peor manera posible pero...¿Qué otra opción le quedaba?

Ahora que su padre estaba convaleciente y que el doctor había dicho que nada de impresiones fuertes en un largo tiempo para evitar complicaciones en su salud  o una recaída que nadie quería, no tenía modo de decir la verdad en un corto plazo y tampoco se sentía lo suficientemente valiente como para hacerlo.

Pero si la situación hubiera sido diferente, si hubiera tenido el valor de aceptarse y revelarlo frente a su familia, sabía que su padre no lo aceptaría, se enojaría, probablemente lo desheredaría y si se enteraba de lo que tenía con Oscar, el joven veterinario sería el más afectado. Vamos que su padre no se había tentado el corazón para dejarlo sin nada aun cuando era su hijo ¿por qué iba a tener consideración con Oscar? Tal vez no era la manera correcta, pero de igual manera iba a protegerlo, aun si eso significaba romperle el corazón.

—Deberías ir a la casa a comer y dormir un poco— le dijo Anne en tono bajo. —Te ves como si estuvieras a nada de caer desmayado.

Bueno, ella tenía razón. Se sentía un poco enfermo, pero eso era lo que provocaba el no dormir por  tantas horas seguidas, y eso sin contar el jet lag. Lo más prudente sería ir a casa de sus padres, dormir un par de horas, pero sabía que eso era imposible, su consiencia no lo dejaría en paz.

—Lo haré en un rato— mintió. Su estómago ardía un poco, seguro era por lo poco que había estado comiendo. Tampoco es como que tuviera hambre.

—Eso dijiste en la mañana.

—No tengo sueño.

—Tio, no necesitamos que tú también termines ingresado e el hospital. Con el abuelo es más que suficiente.

En eso no podía contradecirla porque tenía toda la maldita razón del universo. Además de que era absurdo terminar ingresado en el hospital de aquella manera. Sería no solo patético, sino también humillante. Por lo que decidió ceder e ir a la cafetería del hospital por algo de comer, quizá un sandwich y otra taza de ese horrible café que vendían. En ese momento deseo con todas sus fuerzas poder probar algo de la comida de Oscar, siempre cocinaba cosas deliciosas...

Amour Inattendu (Suerte #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora