21| La ciudad del amor

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Bien, puede que hubiera olvidado lo duro que le pegaba volar en avión y más aun cuando la distancia era larga y el viaje planeado con prisas. Pero aun cuando le dolía la sespalda por haber pasado varias horas en el avión, aun cuando estaba a nada de caer dormido, estaba feliz de  estar en Paris. Tomo la maleta de mano que había preparado y salió del aeropuerto en busca de un taxi, solo esperaba no tener problemas para comunicarse. Antes de dejar Boston se había encargado de hacer una reserva en un hotel en la zona central de Paris, por lo que no debía tomarle demasido tiempo llegar.

Caundo llegó al exterior fue un poco chocante toparse con tanta claridad, después de todo dejó Boston de noche y ahora era de día...maldito jet lag. Probablemente tendría que dormir un par de horas antes de ponerse en contacto con Adrién.

Se acercó al primer taxi que vio y casi lloró de alivio cuando se dio cuenta de que el conductor hablaba inglés, de manera bastante precaría pero al menos lograron entenderse. Paris era una ciudad hermosa, con cierto magnetismo que lo invitaba a perderse en sus calles, en visitar esas cafeterías tan características que tanto mencionaban en las películas y los libros. También le apetecía visitar la torre Eiffel. Sip, eso sonaba bien, pero antes necesitaba comer, dormir y contactar con su dulce francés, justo en ese orden.

No tardo más de cuarenta y cinco  minutos antes de que estuviera parado fuera del hotel que había elegido. No era demasido grande y mucho menos costoso, pero lucía descente y eso era lo que importaba. Cruzó las puertas dobles y se dirigió a la recepción en donde una hermosa recepcionista le regaló una amable sonrisa.

Bon jur, Monsieur [Buenos días, señor]

—Bon jur...—bueno, eso era todo lo que pudo decir en francés, sonrio apenado—No soy muy bueno con el francés.

—No se preocupe, creo que nos entenderemos— su acento era marcado aun cuando logro entenderla, sin embargo no lo hacía estremecer y quedar embelesado como lo hacía Adrién. —¿Tiene reservación?

—Si, por supuesto.

—¿A nombre de quién?

—Oscar Cross.

Ella revisó su ordenador y en cuestión de minutos, sonrio y le entregó la llave de su habitación. También le ofreció el servicio de desayuno y por supuesto que lo aceptó porque estaba muriéndose de hambre. La amable recepcionista le dijo que en unos minutos enviaría a alguien con el desayuno hasta su habitación. Le agradeció y tomó el elevador de aspecto antiguo hasta el tercer piso que era en donde estaba su habitación. Era sencilla, pero tenía unas puertas dobles que daban a un balcón con vista hacia el jardín interior del hotel.

Colocó su maleta a un lado y se dejó caer en la cama. Dios, se sentía tan bien. Pero sabía que sería aun mejor cuando Adrién estuviera ahí. Soltó un suspiro de puro anhelo, ya quería verlo y saber que estaban en la misma ciudad solo aumentaba su emoción.

Sin embargo sus ensoñaciones se vieron interrumpidas con la llegada del empleado que llevaba su desayuno. Así que decidió empezar por eso.

***

Muchas horas después, Oscar ya estaba sentado en la cama, duchado y con su teléfono en mano. Según había visto en el reloj que pendía de la pared, eran las dos de la tarde. No era demasiado tarde y para que negarlo, ya no podía esperar más. Así que decidió llamar a Adrién.

Se llevó el teléfono a la oreja con su estómago completamente invadido por las mariposas. Sono una, dos, tres, cuatro y...

Oscar...—Bueno, mierda. Adrién no sonaba feliz y eso fue un poco desconcertante —Escucha, justo ahora no es un buen momento. Te llamo más tarde ¿te parece?

Amour Inattendu (Suerte #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora