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Temo a lo que siento por ti

***

Después de ducharme, vestirme y desayunar le cuento todo a Soraya y ella se queda boquiabierta.

–¿Qué? — la miro asustada.

–Estáis yendo demasiado rápido.

–Ay no, Soraya no empieces.

–Raquel, te juro que ni yo haría todo eso en mi primera cita con uno que apenas lo conozco bien.

La miro, no digo nada. Quizás si que hemos ido demasiado rápido.

–Raquel, después de todo lo que has pasado, ¿cómo has podido tener sexo con Edward?

Pienso. ¿Cómo he podido tener sexo con Edward?

–No se Soraya, me he sentido muy cómoda a su lado y he confiado mucho en el.

–Raquel tengo miedo de que te haga daño.

–¿Por qué piensas que me va a hacer daño?

–Porque te puedes enamorar de el y que el no se quiera enamorar, simplemente quiera pasar las noches.

Eso me da miedo. ¿Y si me enamoro de Edward?

–No es tan fácil enamorarse de una persona — me levanto del sofá.

–Al contrario, es muy fácil — me coge del brazo — Raquel, ve un poco más despacio con Edward, por favor.

Sin decir nada me suelto de su agarre, cojo mi bolso y salgo de casa. Al arrancar el coche me dirijo hacia la floristería donde trabaja Isaac. Una vez haber aparcado y entrado en la tienda veo a Isaac hablar con una rubia y me acerco hacia ellos.

–Hola — les interrumpo.

–¡Hola Raquel! — Isaac me mira sorprendido.

–¿Interrumpo algo importante?

–Si — dice la rubia y Isaac la mira.

–No, al contrario, solo estábamos hablando — la rubia le mira y me echa una mirada asesina antes de irse.

–Creo que no le caigo muy bien a las rubias.

–No le caes bien que ninguna chica Raquel — bromea Isaac.

–Sera porque me envidian, ¿no?

–Normal que te envidien — me mira de arriba abajo.

¡Amo a mi mejor amigo!

–¿Y bien? ¿A qué se debe esta agradable sorpresa?

–Quería hablar contigo.

–Pero, ¿no tienes que ir al trabajo? — mira la hora.

–Si, pero esto es más importante — me siento en una silla y Isaac hace lo mismo preparándose para escucharme.

Le explico todo lo que pasó anoche con Edward y este solo me mira con los ojos abiertos como platos.

–¿No vas a decirme nada?

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora