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"Pero te conocí"

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RAQUEL MAYERS

Bajamos las escaleras cogidos de la mano y nos sentamos en la mesa junto a Natalia y la madre de Edward, Sara.

-¿Y papá? - pregunta Edward a su madre.

-A salido, tiene un lío con el padre de Alberto.

-Ah vale.

Sara nos pone un plato a cada uno lleno de patatas fritas y un trozo de tortilla.

-Gracias - le sonrío.

-De nada - se sienta en su silla - ¿y bien? ¿algo que contarme? - mira a su hijo y él se ríe.

-Ella es Raquel mamá, la chica que te dije, de la que estoy enamorado - me mira a los ojos.

-¿Eso le has dicho? - me sonrojo.

-Tía Sara, estos dos tienen mas drama que tu telenovela turca.

-Ya lo veo, ya - la madre me mira - ¿y tu de que trabajas?

-Mamá - dice Edward con un tono de cansancio.

-No, no pasa nada, trabajo de diseñadora de coches - le sonrió.

-¿Y se vive bien de eso?

-¡Mamá! - Edward se tapa la cara con las manos como si se avergonzara de su madre.

-Sí, por lo menos yo vivo bien.

-¿Y vives con tus padres?

-No, con mi amiga.

-Ah bueno - Sara se come sus patatas.

-¿Ya has acabado con el interrogatorio? - Edward le mira serio.

-A ver hijo, necesito saber de que vive mi futura nuera - me mira un poco raro - si es que todo va bien entre vosotros.

-¿Por qué no iba a ir bien? - la mira curioso.

-Solo es un decir hijo mío.

Durante la comida sacamos uno que otro tema, como la diferencia de vivir en Málaga, Madrid y Barcelona, nuestras familias, hablamos de las distintas culturas, y muchas cosas interesante. Sara me parece una mujer muy adorable e inteligente, no he tenido ningún conflicto con ella, durante la comida me a mirado un pareces un poco extraño, pero no quiero darle importancia. Me alegro de haber podido conocer a la madre de Edward, es lo que mas me preocupaba.

Al terminar de comer Sara se levanta a recoger los platos, pero Natalia y yo le decimos que lo hacemos nosotras y ella se sienta, obligamos también a Edward a que nos ayuda y le decimos que él lave los platos y cubiertos.

-Cariño así no se hace, estás dejando todo lleno de jabón - me río y me acerco a Edward para ayudarlo.

-Pues enséñame - me agarra de la cintura pegándome a él.

Le cojo de la mano a la vez que un vaso y lo pongo debajo del agua, Edward está detrás de mi y siento su respiración a centímetros de mi oreja, paso la esponja con jabón por el vaso y lo vuelvo a mojar dejando caer todo el jabón, al acabar dejo el vaso en el escurridor, me giro hacia él.

-Así es como se lavan - le pongo jabón en la nariz y nos reímos.

-Bueno pues... podrías seguir tu, ya que se te da tan bien - sonríe y se acerca para darme un beso.

-Oh no, no, no, por muy mal que se te dé vas a seguir tu señorito - me deshago de sus brazos haciéndole la cobra.

-Dame al menos un beso, no? - pone morritos.

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora