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"¿Cual es la cantidad adecuada para amar?"

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EDWARD LÓPEZ

Mi mirada está fija en la carretera, pero mi mente no, en mi mente solo puedo ver a Raquel. Realmente he sido un completo inútil, un inútil enfermo. Pensaba que sabía lo que sentía, pensaba que sabía a quién pertenece mi corazón, pero me he equivocado.

Al llegar a un hotel, la chica de recepción registra mis datos y me da las llaves de mi habitación. Lo primero que hago al entrar en la habitación es darme una ducha. Mis nudillos están rojos por el puñetazo que le he dado a Eric, al ver su labio sangrar me sentí muy satisfecho. Ya estaba harto de ese tío.

Al salir de la ducha recibo una llamada de Leticia y tres mensajes de ella.

Leticia: ¡Mi niño!

Leticia: ¿Dónde estás?

Leticia: ¡Estoy preocupada!

Leticia siempre me ha tratado como un niño pequeño, creo que esta es una de las razones por la cual ya no siento lo mismo por ella. Yo creía que mi enfermedad seguía en mi, que yo aún amo a Leticia y que ella siempre será la mujer de mis ojos, pero no, desde que Raquel llegó, mis sentimientos han creado un huracán dentro de mi.

Estoy jodidamente cagado de miedo por si mi obsesión está creciendo por Raquel, pero esta vez es algo diferente, es algo que no he sentido por Leticia. Con Raquel siento la necesidad de protegerla, de que nada le pase y de que no derrame ni una sola lágrima, pero con Leticia sentí la necesidad de tenerla encerrada en un sótano para poder contemplar la únicamente yo.

Son mujeres completamente distintas. Leticia es una mujer estirada, de querer ser la mejor en todo, estar siempre arreglada y de comprar productos y ropa. En cambio Raquel, es una mujer alocada, con una personalidad divertida, con un toque de niñez y madurez a la vez, una mujer que no le importa mucho si va en una camiseta talla XL y con un moño caído, Raquel es... única.

Salgo a la terraza de la habitación y contemplo las estrellas que iluminan el cielo oscuro acompañadas de la enorme luna. Desde la terraza se puede oler el olor del mar, ya que es un hotel que está a pocos metros de la playa. Hacía mucho que no venía a Barcelona, desde que tenía siete años para ver al Barça jugar. Es una ciudad hermosa, aún que a mi me me guste mucho más por sus bonitos lugares culturales.

Suena otra vez mi móvil y entro para cogerlo porque lo había dejado encima de la cama. Es Leticia.

-Mi niño, ¿dónde estas?

-Leticia ya te he dicho que voy a estar ocupado todo el día por motivos del trabajo.

-Pero, ¿qué trabajo? Que yo sepa el proyecto que hizo la diseñadora aún no se ha iniciado - se refiere a Raquel.

-Leticia, la diseñadora tiene nombre.

-No me importa, estamos hablando del trabajo.

-Pues a mi si que me importa, secretaria.

-¿Me acabas de llamar secretaria?

-Estamos hablando del trabajo.

-Edward - puedo notar su estrés - ¿qué te pasa?

-Nada, no me pasa nada joder.

-Te noto raro, cariño.

Ya no puedo aguantar más.

-Leticia, necesito hablar mañana contigo - hablo serio.

-¿Pasa algo?

-Nos vemos mañana.

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora