"Es al separarse cuando se siente la fuerza con la que amas"
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RAQUEL MAYERS
Abro mis ojos lentamente mientras bostezo, siento algo en mi mano derecha y mi mirada se dirige hacia ella hasta encontrarme con un pañuelo. Entonces recuerdo todo lo que pasó ayer, recuerdo a Edward alejarse lentamente delante de mis ojos hasta desaparecer, sabiendo que nunca más lo voy a volver a ver, horrible, un sentimiento horrible. Recuerdo la tarde de llantos al llegar a casa y la playlist de Spotify con música sad en inglés, si, así es, cuando estoy triste escucho canciones tristes para sentirme peor, ¿soy la única masoquista?
Al sentarme en la orilla de la cama siento un molestoso dolor en la cabeza y me la toco con los dedos de la mano izquierda mientras me sueno la nariz. Me quedo mirando mi maleta pensado en que quizás ya sea hora de volver a casa, siento la necesidad de ir detrás de Edward y decirle que no se vaya, y suplicar le permanecer a mi lado toda la vida, pero no, se que no soy capaz de hacerlo, mi orgullo es demasiado grande para suplicar le a alguien.
Una vez decidida, cojo mi maleta y la pongo encima de la cama, saco toda mi ropa del armario y la dejo a un lado de la cama para hacer la maleta luego, después de desayunar. Entro en el lavabo para cepillarme los dientes y lavarme la cara, a continuación bajo a la cocina. Cuando mi madre me ve entrado puedo ver en sus ojos las ansias que tiene de preguntarme que pasó ayer, ya que llegué a casa llorando a gritos y me encerré en la habitación sin decir nada ni mirar a nadie. Me siento normal a desayunar y rezo para que mi madre no me pregunte nada, pero, ya es tarde.
–¿Como estas? — me mira con una mirada triste.
¿En serio? ¿Como estas? Ruedo los ojos.
–¿A ti como te parece que estoy?
–Cansada.
Sin decir nada, sigo comiendo.
–Cariño — hace una pausa, como si no estuviera segura de lo que vaya a decir — ¿Eric te ha echo algo?
La miro de inmediato con furia, estoy harta de que siempre me hable de Eric, no hay ningún día que no pronuncie ese nombre.
–Nunca vas a dejar de hablar de Eric, ¿verdad?
–Eric es un hombre de cien cariño, se que ese hombre es el que te conviene porque vivirás como una princesa a su lado, lo sé, quiero que te cases con el y yo poder ver a mis nietos antes de morirme.
–¿Y nunca te has preguntado qué es lo que quiero yo? ¿Acaso yo te he dicho alguna vez que me quiero casar? — me levanto de la mesa — estoy harta mamá, estoy harta de tener que discutir contigo siempre de lo mismo, ¡entiende que ya no quiero a Eric, no quiero ni vivir con el, ni casarme con el y nada que tenga ver con el!
Mi madre abre los ojos en expresión de sorpresa y yo me giro a ver, y justo me encuentro con esa mirada de un iris azul, ¡mierda lo ha escuchado todo!
–¡Eric, hijo mío! — mi madre le abraza.
–Buenos días Señora Mayers.
–¿Quieres desayunar?
–No gracias, ya he desayunado en casa, muchas gracias.
–¿Y que te trae por aquí a estas horas de la mañana? — mi madre lo mira curiosa.
–Eso — digo con una expresión indiferente.
–Venía a despedirme.
–¿Despedirte? — me sorprendo.
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No me dejes
Teen Fiction"El destino quiso que se cruzaran, no que se quedaran." Raquel trabaja en una gran empresa de coches junto a su compañera de vida, Soraya. Las dos son unas jóvenes muy coquetas, les encanta vivir la vida y ser felices. El mundo de Raquel se viene ab...