"Cuidado con las segundas oportunidades, a veces son segundas equivocaciones"
***
Bajo de mi habitación una vez ya arreglada, estoy muy nerviosa por la quedada con Edward.
-¿A donde vas tan arreglada? - me mira mi madre de arriba abajo.
-Mamá - hago una pausa para coger un trozo de pan con mermelada que mi madre tiene en la mesa - no voy a tardar mucho.
-Pero, siéntate a desayunar.
-No, no tengo tiempo, llego tarde - me dirijo a la puerta rápidamente.
-¿A donde?
-Adiooos - cierro la puerta una vez fuera de casa.
Mientras voy conduciendo tarareo las canciones que suenan en la radio, por alguna razón saber que me voy a encontrar con Edward me hace feliz, aún que duelan los recuerdos a su lado, su presencia me hace feliz.
Aparco el coche al lado de la Rambla y salgo de el, mientras voy caminando hacia la acera me arreglo un poco el pelo y la camiseta. Miro el reloj y ya son las 10:35. ¿Donde estará Edward?
Pasan cinco minutos más y aún no veo a Edward, así que decido caminar un poco, a lo mejor esta más abajo. No hay mucha gente paseando y se hace agradable pasar por aquí, ya que normalmente no tienes espacio para caminar, pero la rambla suele llenarse de gente por la tarde, porque por la mañana hace mucho sol. Al llegar abajo veo a Edward comprar una rosa en una floristería, tiene tanta prisa que le ha dicho a la señora que se quede el cambio mientras sale corriendo en mi dirección. Cuando Edward me ve sus pasos rápidos se detienen y camina lentamente hasta a mi con una cara apenada.
-A buenas horas Romeo - sonrío sarcásticamente.
-Oye, que tu siempre llegas tarde al trabajo.
-Pero esto es imp... - me detengo, ¿qué haces Raquel?
-¿Importante? ¿Quien? ¿Yo? Oh, que bonito alago Raquelita.
-¿Raquelita?
-Aha, Raquelita - me guiña un ojo.
Gruño - no quería decir importante, quería decir... - no se me ocurre nada que tenga lógica - otra cosa.
-¿Otra cosa?
-Aha, otra cosa - me muerdo el labio - en fin, ¿que quieres?
-Pues que sepas que... - me estrecha la rosa y me mira a los ojos - para mi si que eres importante Raquel.
Ohh. Le sonrío mientras acepto la rosa pero me muerdo el labio para que no se note mucho mi sonrisa de boba, pero al tocar la rosa mi sonrisa desaparece.
-Es de plástico.
-¿Y?
-Pensaba que era de verdad.
-Pues no, no lo es.
Suspiro, menudo imbécil.
-En fin, ¿quieres decirme ya lo que quieres?
-¿Aquí? - señala el lugar.
-¿Si?
-Vamos anda - me coge de la mano estriándome hacia el para caminar a su lado.
Me quedo mirando nuestras manos entrelazadas, su tacto se siente genial, a su lado me siento protegida, a su lado soy una Raquel distinta, por alguna razón me siento libre a su lado, siento que puedo ser yo, una mujercita de veinte años con un buen negocio e independiente, y una niña de cinco años que le encanta ver Doraemon por las tardes y comer algodón dulce. Esto es lo que aún no entiendo, ¿por qué Edward me trasmite tanta confianza? Aún no entiendo cómo he podido tener sexo con él en la primera cita, si se lo contara a alguien seguramente me llamaría de todo menos guapa. A veces pienso que igual estaba necesitada de un buen polvo que me quitara todo el estrés, pero esta opción no me convence, porque al sentirlo dentro de mi y ver su mirada, aparte de sentir el morbo, también sentía esas estúpidas mariposas en el estómago. ¿Y si Edward me ha echado un hechizo mágico?

ESTÁS LEYENDO
No me dejes
Roman pour Adolescents"El destino quiso que se cruzaran, no que se quedaran." Raquel trabaja en una gran empresa de coches junto a su compañera de vida, Soraya. Las dos son unas jóvenes muy coquetas, les encanta vivir la vida y ser felices. El mundo de Raquel se viene ab...