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"Te besé y empezó una guerra en nuestras almas"
-Ron Lorent

***

Amanezco con un dolor insoportable de barriga. Me renuevo entre la cama para que se me quite el dolor, pero no, el dolor no se va. Llego al punto en el que me entran ganas de vomitar y me levanto corriendo dirigiéndome al lavabo y lo echo todo en el váter. La cabeza me empieza a dar vueltas y dolerme. ¿Qué me está pasando?

Cuando vuelvo a mi habitación me asusto al ver mi cama pero al mismo tiempo lo entiendo todo, me ha bajado la regla. ¡Que asco! Me acerco a mi cama y quito todas las colchas manchadas de sangre y las pongo en la lavadora. Vuelvo al lavabo y me quito el tanga y pantalón sucios y me pongo unas bragas con una compresa.

Una vez todo en orden suena la alarma para ir al trabajo y la apago. Tengo que prepararme. Ya que hoy me toca exposición me pongo una falda corta junto a una camisa. Antes de preparar el desayuno le pico en la puerta a Soraya para que se despierte y luego entro en la cocina.

Al preparar los colacaos los dejo en la mesa y vuelvo a mi habitación para maquillarme, ya que el colacao está muy caliente mientras se enfría voy maquillandome. Una vez acabado con mi maquillaje me arreglo el pelo y ya estoy lista.

Cuando salgo de mi habitación veo a Soraya con unos Jeans y una camiseta muy casual.

–¿Qué haces? — la miro de arriba abajo.

–Voy a desayunar.

–No lerda, no lo digo por eso, ¿qué llevas puesto?

–¿Ropa?

–¿Te has olvidado de que hoy tenemos exposición?

–¡¿Qué dices?!

La miro enfadada.

–Quiero decir... claro que lo sabía, solo estaba poniéndote a prueba — dice volviendo a su habitación.

–Vístete rápido Soraya, sino volveremos a llegar tarde.

Después de media hora Soraya ya está lista y ya ha desayunado, con lo cual salimos del piso. Arranco el coche y nos vamos a la empresa.

En la entrada la puerta no se abre e intentamos varias veces que el sensor nos detecte para que entremos, pero, no hay manera, hasta que llega Ethan.

–Buenos días chicas.

–Buenos días — decimos a la vez Soraya y yo.

Ethan introduce una tarjeta en un hueco de la puerta y automáticamente la puerta se abre. ¿Y esto?

–¿Tu lo sabías? — miro a Soraya.

–Aaaah ya entiendo porque nos dieron esas tarjetas con nuestra foto e información.

–¿Y bien? ¿Y el tuyo?

–En casa.

La miro con ganas de querer asesinarla.

–¿Qué pasa chicas? ¿qué hacéis paradas aquí? — la voz de una serpiente se acerca hacia nosotras.

–Leticia me he dejado mi tarjeta en casa, ¿podrías dejarnos entrar contigo? Por favor.

Me mira con superioridad.

–Si, pero... — seguro que a mi no me va a dejar — para la próxima vez tenla en mano.

Me sorprendo. ¿Y esta "amabilidad" repentina?

Al entrar ella se va muy contenta y yo me la quedo mirando extrañada.

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora