Gloria, Honor y Sangre!!! La caida de los Dragones.

La caida de los dragones (PARTE X-10)

De entre la vastedad de naciones, pueblos y culturas que existian sobre el mundo, existian algunas que habian sobresalido  en diferentes artes que embellecian la vida misma, en la pintura eran los italianos, los persas en hermosas poesias, los chinos con hermosas sedas,  hasta los que carecian de patrias inventado nuevas bebidas como los piratas que inventaron el ron, pero entre todas   las artes sobresalian algunas culturas de fervor belicoso y espiritu marcial que habian favorecido una de las màs antiguas artes de la guerra, por lo que la velocidad a la que estarian preparados para combatir ciertos pueblos seria instantanea cuando llegara el momento y en Mèxico habia una docena de esos pueblos que encontraban placer en el combate, y entre ellos una naciòn oriental.

Y esa era Japòn era una naciòn que estaba lista para pelear, sus hombres y mujeres ya estaban listas para combatir, sus hijos e hijas a pesar de la renuencia de los niños estaban concientes de que obediencia era necesaria en el campo de batalla y obedecerian a pesar de sus mentes de niños soñaban con pelear en un campo de batalla.

Los jovenes entre listos para pelear debido a su educaciòn tan detalla en las artes marciales y el codigo del bushido, estaban dispuestos, ansiosos, algunos asustados y otros queriendo probar la valia de sus habilidades.

Los adultos mirando el campo de batalla acostumbrados a la brutalidad del combate, la mayoria expertos de la anterior Guerra Ruso-Japonesa, se encontraban calmados pero con sus espiritus de lucha al maximo, la posibilidad de pelear en cualquier momento era un aliciente para estar todos en sus armaduras y sus hombres listos para reaccionar a la màs leve ataque pero su posiciòn central-cerca del lago los habia protegido de si quiera algun insensato deseara atacarles.

En esos momentos se llevaba a cabo una de las reuniones alrededor de su Majestad el Emperador, que se encontraba en Seiza, mientras sus generales y ministros se encontraban en 2 hileras por rango y posiciòn social, vestidos con armaduras Samurais, discutiendo si era util para el Imperio Japones apoyar a uno u otro bando, el Emperador miraba con interes los sucesos de la batalla de lois diferentes informes...que llegaban de los shinobis repartidos alrededor para informar de todo, incluso si hubiera algun peligro contra ellos, pero la batalla se estaba centrando en otros lados.

Sus ojos se enarcaron, no sabia si alabar el espitu guerrero de los rebeldes o considerarlos un monton de estupidos, pelear contra dragones no era muy inteligente, incluso Hirate Masade, entendia que alguien como Vivenka y su Emperador serian renuentes a una batalla, al menos la capacidad del Ejercito Imperial Japones demostro su poderio, era grave la perdida de muchos jovenes en esas guerras, pero la gloria del Imperio que se bañaba en su sangre no seria olvidada, un dia El Imperio del Sol Naciente gobernaria toda la asia y luego de eso un dia seria el centro del mundo tal y como deberia de ser, ellos el pueblo divino con un Emperador màs divino.

Pero fruncio el ceño, estaba molesto, pensar que alguien tan grande y magnifico como El Emperador, bedecido y elegido de los Dioses, tuviera a una concubina tal vulgar le revolvia el estomago, como deseaba poder ir y con un tajo de su katana partirla en 2, habia alguien mucha màs digna para esos deberes.

Compuso en sus adentros un poema...y se recito pensativo ignorando el resto de la informaciòn que se compartia y todos quienes daban sus ideas y planes sobre lo que al final el Emperador decidiria despues de estar bien informado.

Una joya,

Una flor,

Un perfume màs delicado.

Una caricia màs perfecta.

Era una florecilla.

Que florece una ves cada mil años.

Ella su nieta.