La caida de los dragones (12-XII) T.T

88 17 10
                                    

-¿Estas bien?- se arrodillo a la altura de su hija, Vasilia Draculae a pesar de todos sus esfuerzos no pudo compararse al talento, habilidad y maestria que tenia Laura Lidwurd, su cabello tan cambiante se encontraba de un color gris que emulaba los lugares cercanos como si quisiera esconderse en el lugar y desaparecer.

-Pense que era mejor- la pequeña fue lo ultimo que habia dicho y se mantuvo callada el resto del viaje, su hijo no dejo de hablar de maravillas en la habilidad de Laura Lidwurd.

.

.

Era ridiculo como en una batalla a muerte, la mente recordaba cosas inutiles, un intercambio de golpes contra un adversario hablaba, de su pasado, de su presente y tambien de su futuro.

Los ataques del enemigo eran fuerza bruta, nada concentrados y enfocados a terminar al enemigo con poco golpes, la cantidad de rocas y tierra que levantaba a su paso, demostraba que la fuerza dele enemigo era anormal, ademas de que la habilidad marcial de la que contaba carecia de sutileza y era una exhibicion de poder.

Se concentro en el enemigo, un corazòn que matenia el mismo paso, sin acelerarse o disminuir, la sangre se mantenia constante y sin aumentar o disminuir el riego por sus brazos o piernas, era inusual que un cuerpo humano no neceistara esos cambios, se centro para medir la cantidad de sangre que caminos tomaban, capilares, venas y arterias, era un rio que se mantenia constante...este enemigo era inusual, su corazòn...no se encontraba en el lado izquierdo del pecho.

Chocaron entrecruzando espadas a gran velocidad, el suelo se rompia a pedazos, alrededor la batalla se intensificaba, realizo varios cortes al enemigo al mismo tiempo que era cortado.

Su enemigo cabello rojo y de una barba roja con trenzas y pedazos de comida, una armadura negra y vieja, su espada estaba oxidada y con desdentada por las batallas, ahora era un pedazo de metal con un borde irregular con el metal en unos puntos manteniendose uniforme y otros girando a la derecha o izquierda, no entendia como esa arma no habia roto al primer choque de golpes lo que denotaba la maestria del herrero que la forjo pero tambien la habilidad del hombre frente a el para haberla degastado hasta ese extremo.

Sentia picazon y un dolor penetrante cuando era herido por esa arma, una arma mata dragones y lo màs interesante, no se degeneraba o empezaba a destruirse una ves tocaba la sangre de un dragon, debia de destruir ese arma, era demasiado peligrosa dejarla libre al mundo.

Siguio intenrcambiando espadazos alrededor los vivos luchaban por no ser muertos, las excelentes habilidades marciales de los rumanos con su disciplina y formaciones se mantenia a la par con el enemigo que aunque no carecia de la pericia y habilidad de sus hombres, tenian bestias de libros y estilos de pelea desconocidos que emparejaban las cosas en un punto muerto en su batalla.

Pensar que habia pocas personas que no adrementaban ni retrocedian...una de ellas era este hombre...y otras...una su esposa...

.

Tenia 7 años cuando la guerra Ruso-Turca de 1877 termino, Rumania, volvia a ser otomana, era tan raro ver como las banderas de Rusia eran reemplazadas por los banderas de la media Luna blanca, los Draculae como los Zmey ninguno se presento a pelear a favor de Rusia, primero su madre habia muerto cuando nacio, su padre asesinado a los pocos meses, y luego una lucha de conflictos por poner sus manos en un dragòn.

Era cruel pero no raro, los dragones eran solitarios, existencias que deambulaban solos, se preguntaba, de las familias de dragones que eran grandes o que podrian ser felices, sin el temor o el miedo de ser perseguidos por su inrecible poder.

Se encontraba leyendo novelas de caballeria en la oscuridad de los tuneles en el castillo del Principado de Transilvania, a los ojos de los demas era la oscuridad total, a sus ojos era brillante y calido.

Gloria, Honor y Sangre!!! La caida de los Dragones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora