16 de Noviembre
En casa del señor Mellan¡ lo pasamos tan bien que quedamos
fascinadas. Viven en una zona de pequeñas lomas que casi parece el campo. La casa está situada al término de la línea del autobús y cubierta de grandes árboles centenarios. La señora Mellan¡ y los muchachos componen una de esas familias de película italiana, y ella guisa como nunca he visto guisar a nadie. Sus hijos, incluso los mayores, está A continuamente pegados a los padres. Jamás habla visto semejante racimo humano. Mario, el mayor, que tiene diecisiete años, iba a salir de excursión o algo así, y besé y acaricié a su padre y al resto de la familia como si se fuera para siempre. El resto de la jornada fue generosamente amenizada de palmaditas, nalgadas y cachetazos. Ha sido una experiencia adorable, pero me ha hecho sentir todavía más sola.19 de Noviembre
Chris llegó del trabajo toda alborozada. Sheila, para no ser menos
que el señor Mellani, nos invita a una fiesta que tendrá lugar en su casa el sábado, al salir del trabajo. Como todas trabajamos hasta las nueve, empezará algo tarde, pero estoy contenta, pues ir a una fiesta a las diez y media de la noche es algo terriblemente fascinante y sofisticado.20 de Noviembre
Al principio Chris y yo estábamos preocupadas por cómo iríamos
vestidas a la fiesta de Sheila, pero ésta dijo que nos pusiéramos algo cómodo, cosa que nos va de perilla, pues sólo nos trajimos una maleta cada una y no estamos para gastos. Tal vez sigamos en este piso seis meses más, hasta tener el dinero suficiente para instalarnos por nuestra cuenta. Espero que Sheila nos apoye y nos apruebe. Quizá el propio señor Mellan¡ nos deje vender algunos de sus artículos menos caros. Cuando Mario acabe el bachillerato vendrá a trabajar a la tienda y entonces supongo que ya no me necesitarán.21 de Noviembre
Mañana es la fiesta de Sheila. ¿Quién asistirá? Chris me dice que a
la tienda de Sheila acude gente del cine y de la televisión y que, al parecer, los conoce personalmente, por lo menos se besan unos a otros y se llaman cariñosamente «querida» o «nena».
¿Te imaginas lo que será poder conocer estrellas de cine y de la televisión personalmente? Un día llegó a la tienda del señor Mellan¡ la actriz entró para comprar un enorme anillo, pero es tan vieja que últimamente sólo la he visto en una película de la tele, donde interpretaba el papel de una loca nada atractiva.22 de Noviembre
¡Oh, sábado feliz! Esta noche será la mundana noche. ¿Creerán que
soy terriblemente ingenua si bebo refrescos en vez de champán o lo que haya? Quizá nadie se dé cuenta. Bueno, me voy corriendo al trabajo: a esta hora, el tranvía suele estar lleno hasta los topes y no quiero viajar colgada en el estribo, que luego el pelo se me enmaraña.23 de Noviembre
Ha ocurrido de nuevo y no sé si llorar o regocijarme. Al menos, esta
vez éramos todos adultos, haciendo cosas de adulto, sin influenciar a una banda de niños. Supongo que alguna gente no me consideró totalmente adulta, pero lo que importa es que todos creen que Chris y yo tenemos dieciocho años. Sea lo que sea, Sheila vive en el apartamento más fabuloso, con la vista más espectacular. Tiene un portero más regio que el del hotel donde está mi tienda, y ambos son impresionantes. Subimos al piso en ascensor, tratando de parecer mundanas y naturales, pero la verdad es que, tras nuestra pequeña escapada, estábamos sin resuello. Incluso el ascensor impresionaba, con sus franjas de papel dorado en dos partes laterales y las otras dos forradas de negro.
Entrar en el piso de Shella fue como abrir una revista de decoración. Todas las paredes eran de cristal, a través de las cuales se veía el centellear de la ciudad. Traté de no quedarme con la boca abierta, pero tuve la impresión de hallarme en un estudio cinematográfico.
Sheila nos besó levemente en la mejilla y nos acompañó a una habitación, con muchos almohadones de color en torno a una mesa de café, de estilo antiguo, adornada de oro y espejitos. También un desmesurado diván tapizado en piel, ya deformado y descolorido, junto a la chimenea. Verdaderamente, todo aquello era excesivo.
Luego sonó el timbre de la puerta y empezaron a llegar los seres humanos mas hermosos que yo haya visto en mi vida. Los hombres eran tan suntuosos que parecían estatuas bronceadas de dioses romanos; y las mujeres, tan despampanantes, que me produjeron miedo y dicha a la vez. Pero, al cabo de un rato, me fui dando cuenta de que nosotras éramos jóvenes, resplandecientes y sanas, mientras que aquellas señoras eran viejas, viejas. Probablemente durante el día no habrían podido salir a la calle sin media tonelada de maquillaje. De modo que, en verdad, no teníamos por qué preocuparnos.
Luego lo olí. Casi me detuve en mitad de una frase; tan fuerte era el aroma. Chris se encontraba en el otro. extremo de la habitación, pero la vi mirar a su alrededor y supe que ella también lo había olido. El aire pareció espesarse y parte de mi cerebro reclamaba aquello. No supe si echar a correr, quedarme o qué. Luego me di la vuelta y uno de los hombres me pasó una colilla. Era eso. Nunca había deseado nada con la intensidad que deseé ser desgarrada, despellejada. Tal fue el escenario y tales mis comparsas. Y yo quise ser parte de aquello.
El resto de la velada fue algo fantástico. Las luces, la música, los rumores de San Francisco eran parte de mí misma y yo parte de todo eso. Fue otra inverosímil excursión que duró una eternidad. Chris y yo pernoctamos en casa de Sheila; hasta muy entrada la tarde no pudimos volver a nuestras sombrías cuatro paredes.
Estoy algo preocupada por lo que pasó. No sé si fumamos hachís o qué. Pero tengo la impresión de que va a comenzar otra vez aquello de estoy o no embarazada hasta el mes próximo. Una cosa es cierta: si volvemos a las andadas tomaré la píldora. No puedo soportar la incertidumbre; además, ahora ya sólo me faltaba encontrarme... No quiero ni pensarlo.
Sheila celebra fiestas casi cada noche y siempre nos invita. Todavía no me he acoplado, pero es divertido, divertido, divertido; y casi siempre pernoctamos en su casa, lo cual es mucho más agradable que volver al sucio agujero donde vivimos. Chris ha sabido que Sheila estuvo casada con y la pensión que recibe de su ex marido le permite no sólo mantenerse, sino mantener a sus amigos en cualquiera de sus costumbres. Ah, qué formidable sería tener tanto dinero. Creo que viviría exactamente como ella, sólo que mejor.
ESTÁS LEYENDO
Pregúntale a Alicia
FanfictionPregúntale a Alicia es algo más que un libro. Son las confesiones de una joven de quince años que busca su lugar en el mundo mientras descubre, sin quererlo, el lado más oscuro de la vida.