XXI

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27 de Febrero
Mamá y papá me vigilan de tal manera que se diría que soy una niña de seis años. Tengo que venir directamente a casa desde el colegio, como si fuera un bebé. Esta mañana, al salir, las palabras de mamá al despedirme fueron éstas: «Ven derechita a casa desde el liceo».
¡Hurra! No está mal puesto que voy a drogarme a las tres y media.

Más tarde
Después de cenar iba a bajar al drugstore a comprar unos lápices de
color para acabar mi mapa, y, en el umbral de la puerta de casa, mamá le dijo a Tim que me acompañara. ¡Ya es demasiado!
Mi hermanito vigilándome. A él no le causó más gracia que a mí. Casi estuve tentada de preguntarle por qué quería mamá que me acompañara. Le habría servido de lección. Y a ellos también. Ya sé lo que debería hacer: iniciarlo a él.
A lo mejor lo hago. A lo mejor se lo pongo en un caramelo sin que él lo sepa. Quisiera estar segura de que le gustase.

1 de Marzo
Voy a estallar.
Esta situación me está poniendo los nervios de punta.
Apenas me dejan ir sola al baño.

2 de Marzo
Hoy he ido al psiquiatra, un hombrecito feo y gordo que no tiene
pelotas para ponerse a régimen y perder peso. ¡Hostia!, casi le recomendé anfetas, le cortarían el apetito y, a la vez, le darían empuje. Esto es lo que necesita, probablemente. Sentado frente a mí, espiándome a través de sus gafas, esperaba a que le contase algunos detalles espeluznantes. Estar frente a este hombre es lo peor que me ha ocurrido.

5 de Marzo
Jackie me hizo llegar dos estimulantes ingleses al pasarme las
pruebas escolares. Esta noche, cuando todos estén en la cama, me «elevaré» yo solita. ¡Estoy impaciente!



(*)
(A partir de aquí, el material no tiene fecha. Fue escrito en hojas sueltas, en trozos de papel distinto, bolsas, etc.)

Parece que estoy en Denver. Cuando estaba drogada, salí de casa e hice autostop hasta aquí, pero ahora todo parece demencialmente tranquilo e irreal, tal vez porque es muy temprano. Así lo espero, pues sólo tengo los veinte dólares que saqué de los pantalones de papá, pero nada más.
Encontré dos muchachos por ahí y comparto con ellos este sitio, pero dicen que es muy aburrido por aquí y nos vamos a Oregon, a ver qué pasa en la Bahía de Coos. Tenemos ácido suficiente para estar colocados las dos próximas semanas o para siempre, y esto es lo que importa.

Marzo...
No tengo más ropa que la que levaba puesta al salir de casa, y voy
tan sucia que la ropa parece haber crecido conmigo. En Denver nevaba, pero aquí, en Oregon, hay una humedad tan penetrante que es mucho peor. He cogido un resfriado cabrón y me siento para el arrastre. Me ha venido la menstruación y no tengo ni un tampax. Diablos, qué bien me iría un buen trago.
Anoche dormí acurrucada bajo un arbusto. Hoy está lloviznando y no puedo encontrar a ninguno de los muchachos con los que salí de Denver. Finalmente me fui a una iglesia y le pregunté al portero o quien fuese qué podría hacer yo. Me dijo que podía sentarme allí hasta que pare la lluvia y luego ver si encontraba algún sitio como los que suele tener el Ejército de Salvación. No me quedará más remedio, pues sé que tengo fiebre, además estoy chorreando y tan sucia y apestosa que apenas puedo soportarme. Para compresas intento servirme de algunas toallas de papel que hay en los lavabos, pero qué incómodo es. Si por lo menos tuviera un estimulante.
Es bonita esta iglesia. Pequeña tranquila y limpia. Me siento espantosamente desplazada y empiezo a encontrarme tan horriblemente sola que debo largarme. Procuraré encontrar la misión, o lo que sea, bajo la lluvia. Sólo espero no perder las malditas toallas de papel en medio de la calle.

Más tarde
Verdaderamente, es un sitio estupendo. Me han dejado duchar, me han proporcionado ropa limpia y algunas compresas, y me han dado de comer, aunque les he advertido que no aceptaría ninguno de sus reglamentos. Querían que me quedase unos días, mientras se ponían en contacto con mis padres y se llegaba a un acuerdo; pero mis padres no están dispuestos a dejar que siga drogándome y yo no quiero renunciar a la droga. El individuo ha sido realmente agradable. Incluso me llevará a un dispensario para que me curen el resfriado. Me siento verdaderamente mal y tal vez el buen doctor me dé algo para mejorarme, algo; cualquier cosa, por ejemplo... Espero que el viejo este se dé prisa y podamos irnos ya.
De nuevo es... lo que sea. En la sala de espera del doctor he conocido a una muchacha llamada Doris y me dijo que podría compartir su petate, pues la pareja con la que vivía y su novio habían reñido durante la noche. Luego, el doctor me puso una inyección y me dio un frasco de vitaminas. Vitaminas, ¡qué te parece! Dijo que mi cuerpo está agotado y desnutrido, como el de todos los muchachos que le visitan. Pero fue realmente agradable. Pareció preocuparse y me pidió que regrese dentro de unos días. Le dije que ni siquiera tenía pan; él se echó a reír y contestó que le extrañaría mucho que tuviera.

(;)
Por fin se paró la perra lluvia. Doris y yo cruzamos toda la Bahía de Coos. ¡Qué tiendas hay por allí Le hablé de la que Chris y yo habíamos abierto. Doris quiere que tengamos un sitio en cuanto reunamos unas migajas, pero, en cierto modo, ya no tiene importancia. Doris tiene una ¡ata llena de marihuana y fumamos un buen rato. Estábamos algo drogadas y todo parecía elevarse, aunque mi trasero sigue arrastrándose.
Es bastante bueno poder estar viva. Adoro la Bahía de Coos y adoro el ácido. La gente de aquí, por lo menos en este sector de la ciudad, es hermosa. Entienden la vida y me comprenden. Puedo hablar como quiera y vestir como me dé la gana; a nadie le importa. Mirar los carteles de los escaparates, deambular por los alrededores de la estación de autobuses Greyhound para ver quién llega, resulta apasionante. Fuimos a un sitio donde se hacen carteles, y cuando tengamos pasta ayudaré a Doris a cubrir las paredes con ellos. Entramos a la cafetería de los Almacenes Gratuitos Digger y la tienda Psichedelie. Mañana vamos a ver el resto de lugares más interesantes de la ciudad. Doris lleva aquí unos dos meses y se lo conoce todo y a todos. Me quedé estupefacta cuando supe que sólo tiene catorce años. Yo creía que era una enanita inmadura de dieciocho o diecinueve.

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