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6 de Enero
Perdona por no haber escrito los dos últimos días, pero no hemos
parado. Todavía no hemos terminado de colocar las cortinas, de abrir las cajas y paquetes y sacar las cosas. La casa es hermosa. Las paredes son de madera recia y oscura y hay dos escalones que conducen a la sala de estar. He pedido perdón a cada habitación por lo que anoche pensé de ellas.
Sigo preocupada con el liceo, y hoy debo asistir. Me habría gustado que Tim tuviera que frecuentar el liceo. Incluso un hermanito pequeño sería mejor que nadie, pero apenas está en la básica. Ya ha conocido por la calle a un muchacho de su misma edad, y esto debería alegrarme, pero no me alegra, me entristece. Alexandria todavía está en segundo; uno de sus maestros vive cerca de aquí y tiene una hija de la misma edad, de modo que al terminar sus clases irá directamente a la casa de ellos. ¡Qué suerte poder hacerse con amigos y con todo! Para mí, como siempre, nada. Un inmenso nada, y probablemente es lo único que merezco. ¿Irán vestidos
como en casa los muchachos de mi liceo? Espero que no sea tan distinta a ellos como para que se queden mirándome todos. ¡Oh, cómo me gustaría tener una amiga! Pero será mejor fingir una gran sonrisa, mamá me está llamando y debo contestar con una «actitud que determinará mi actitud».
Uno, dos, tres: allá va la mártir.

6 de Enero, noche
¡Oh, Diario, ha sido algo horroroso! Es el sitio más solitario y más frío del mundo. Durante el interminable día no me ha dirigido la palabra ni una sola persona. A la hora del almuerzo me fui corriendo a la enfermería y dije que me dolía la cabeza, luego falté a mi última clase, me fui al drugstore y pedí un chocolate, dos raciones de papas fritas y una Coca-Cola gigante. La vida debe tener algo digno de ser vivido. Mientras comía me odiaba por ser tan infantil. Estoy tan lastimada porque pienso que, probablemente, yo hice lo mismo a todos los nuevos alumnos que llegaron a mis anteriores escuelas: ignorarlos totalmente o mirarlos como a bichos raros. De modo que ahora soy yo la que recibe desaires, y supongo que lo tengo merecido, pero, ¡cómo me duele! Me duelen hasta las uñas de las manos y los pies, incluso las raíces de mi pelo.

7 de Enero
La cena de anoche fue algo atroz. Alex adora su nueva escuela y a su amiguita Tricia. Tim se vino en autobús con el muchacho del vecino y es el tercero en su clase; dice que las muchachas son más lindas que las de la antigua escuela y que todas coquetean con él, pero siempre es así cuando un muchacho nuevo entra en una escuela. Mamá asistió a un té y encontró que todo el mundo es «encantador, hermoso y agradable» (¡qué bien!). Bueno, pues yo como aceite sobre agua: no consigo adaptarme ni encajar del todo. Observando a mi familia, a menudo me parece que yo debo de ser una intrusa. ¿Cómo puedo ser tan obtusa si pertenezco a un medio social tan elástico, amistoso y sociable'? El abuelo anduvo metido en política y siempre fue el candidato favorito, con la abuela viajando a su
lado. ¿Qué me pasa a mí? ¿Seré un atavismo? ¿Una inadaptada? ¡Un error!

14 de Enero
Ya ha pasado una semana entera y nadie ha ido más allá de lanzarme una mirada curiosa, hostil. «¿Qué haces aquí?», o algo por el estilo. He tratado de enterrarme en mis libros, en mis estudios yen mi música, fingiendo que lo demás me importa un pito. Supongo que, realmente, no me importa mucho y, además, qué más da que me importe o no. He engordado dos kilos y medio y también me tiene sin cuidado. Mi madre está preocupada por mí, ya lo sé, porque me he vuelto tan callada, pero ¿de qué hablar? Si aplicara su lema y regla: «si no puedes decir algo agradable es mejor que no digas nada», yo no abriría la boca más que para comer. Y así ha sido con frecuencia.

8 de Febrero
Bueno, he engordado lo menos siete kilos desde que llegamos aquí. Mi cara es un desastre, y mi pelo es tan viscoso y grasiento que debo lavarlo todas las noches para que se vea decente. Papá no está nunca en casa, y a mamá la tengo siempre encima: «Sé dichosa, péinate; sé positiva, sonríe, muestra buen humor, sé amistosa», y si me dicen otra vez que me comporto de manera negativa e inmadura, voy a vomitar. No puedo ponerme ninguno de los vestidos que me hice antes de venir, y sé que Tim se avergüenza de mí. Cuando estoy entre sus amistades me trata como a un trapo, me insulta y se mete con mi pelo de bippy. Estoy hasta la coronilla de esta ciudad, de esta escuela en general, de mi familia y de mí misma en particular.

18 de Marzo
Por fin encontré una amiga en el colegio. Es tan patosa y tan inadaptada como yo. Pero supongo que debe de ser verdad aquello de que «Dios los cría y ellos se juntan». Una noche, Gerta vino a buscarme para ir al cine y mi familia la recibió de uñas. Imagina a mi sufrida y empalagosa mamá tratando de pronunciar una leve frase sobre mi mal vestida amiga, doña nadie. ¿Por qué no miró dos veces a su mal vestida y doña nadie de hija? Seria pedirle demasiado a la bien criada, esbelta, encantadora esposa del gran profesor que dentro de unos años puede ser el director de la Facultad.
Me di cuenta de cómo escurrían el bulto, aunque yo lo he estado escurriendo desde que llegamos a este inexpugnable agujero.

10 de Abril
Oh, qué felicidad, qué alegría y alborozo: mamá me ha prometido
que pasaré el verano en casa de la abuela. A partir de hoy, a partir de este minuto, me pongo de nuevo a dieta. Por supuesto, como siempre, mamá ha puesto una pequeña condición: debo recuperar mis buenas notas.

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