XVIII

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17 de Diciembre
Esto ya comienza a resultarnos monótono a Chris y a mi. Los
muchachos no hablan más que de sus juergas y de lo que sienten cuando toman. Me acuerdo del padre de papá, que antes de morir sólo hablaba de sus dolores y sufrimientos. Estos muchachos me están resultando tan cargantes. Nunca hablan de lo que quieren sacarle a la vida, de sus familias o de algo así; sólo les preocupa saber quién vende droga, cuánto tendrán el año que viene, a quién le queda todavía alguna migaja y si llegarán. Y ahora empiezan a molestarme también los «alocados». Me pregunto si alguna vez tendremos una revolución en este país. Cuando discuten sobre esto me parece todo razonable y estimulante: destruirlo todo y empezar de nuevo. Un nuevo país, un nuevo amor; compartirlo todo, la paz. Pero cuando estoy sola me parece otra malsana escena de drogadictas. ¡Ah, qué confusión la mía! No puedo creer que, las cosas se pongan de tal manera que pronto tengamos que ver la madre contra la hija y el padre contra el hijo para hacer un mundo nuevo. Pero cuando vaya a la universidad ya me habré cansado de sus ideas, si voy...

18 de Diciembre
Hoy cerramos la tienda y, sencillamente, nos largamos. Desde hace semanas es la primera vez que salimos juntas; los muchachos y sus obsesiones ya empezaban a fastidiarnos. Nos dimos un buen paseo en autobús y luego nos permitimos el lujo de una buena cena francesa. Me sentí bien, vestida de nuevo, después de tanto trajín en viejos pantalones y ropa de trabajo. Pero tantos objetos de Navidad en las vitrinas y las tiendas nos produjo una soledad interior que ni ella ni yo comentamos. Incluso traté de aparentar que no me afectaba, pero a ti, querido Diario, puedo decirte la verdad. Me siento sola. Me encuentro triste, odio todo este tinglado y lo que hay debajo, siento que estoy despilfarrando mi vida. Quiero volver con mi familia, ir al liceo. No quiero escuchar más a otros muchachos que hablan de ir a casa para la Navidad, que escriben o telefonean cuando yo no puedo. ¿Y por qué no podría? Probablemente no he hecho nada que esos muchachos no hayan hecho. Todos los adictos a la droga son camellos; lo uno es inseparable de lo otro.

22 de Diciembre
Llamé por teléfono a mamá. Estuvo tan contenta de oírme que
apenas pude comprender lo que decía a través de las lágrimas. Me ofreció dinero por cable, o mandar a papá para recogerme, pero le dije que tenía medios suficientes y que tomaríamos el primer avión. ¿Por qué no hicimos esto hace semanas, meses, siglos? ¡Qué estúpidas hemos sido!

23 de Diciembre
Anoche fue como alcanzar el cielo. El avión llegó con retraso, pero
mamá, papá, Tim y Alexandria fueron todos a esperarme y lloramos sin reparo y como niños. Los abuelos llegan hoy en avión, para yerme y para quedarse a las festividades navideñas. Creo que nadie ha tenido jamás un retorno al hogar tan feliz como el mío. Me siento como el hijo pródigo siendo recibido en la grey. Nunca, nunca más volveré a escaparme.
Los padres de Chris también fueron a recibirla, unidos en un torrente de lágrimas. La fuga de Chris tuvo buen resultado:
ha unido a sus padres como no lo habían estado desde hace años.
Más tarde
¡Estoy tan agradecida de haber salido airosa de nuestra pequeña
aventura! Mark, uno de los muchachos que venía por la tienda, tomó unas fotos en color que han impresionado mucho a nuestra familia. Naturalmente, al hablar de nuestra vida, hemos omitido las aventuras de San Francisco, y mamá quedó muy satisfecha de que ni siquiera hubiésemos bajado al barrio de Haight-Ashbury, que de todos modos ahora no es nada.
Esta tarde pedí a la central de teléfonos los números de Richie y de Ted, pero no están en la guía. Supongo que han desaparecido, y ello me alivia. Ahora todo el mundo cree que nos fugamos porque queríamos vivir a nuestro antojo. Creo que voy a comprobar si todavía están matriculados en el colegio, sólo para estar segura.

24 de Diciembre
La casa huele a vida. En el horno hemos hecho pasteles y galletas.
La abuela guisa maravillosamente, yo puedo aprender mucho de ella y voy a intentarlo. El abeto ya está instalado y la casa decorada con motivos navideños. La Navidad de este año será la mejor de todas las que hemos vivido.
Hoy llamé por teléfono a Chris y se encuentra espléndidamente. Su mamá, su papá y su tía Doris, una inválida que vive con dios, se desviven por atenderla. ¡Ah, qué bueno es estar en casa! Creo que mamá tiene razón: Chris y yo nos dejamos llevar por una actitud negativa. Pero nunca mas.

25 de Diciembre
Diario: hoy es Navidad y estoy esperando que despierte la familia
para vaciar nuestros calcetines y abrir nuestros regalos. Pero antes, y a solas, quisiera tener una parte muy especial y sagrada de esta sagrada y especial jornada. Querría pasar examen de conciencia, arrepentirme o renegarme para poder cantar con los demás: «Oh, venid los fieles, alegres y triunfantes», pues he triunfado, esta vez he triunfado de verdad.

26 de Diciembre
El día que sigue a Navidad la gente, por lo general, lo dedica a
reposar; pero este año he disfrutado ayudando a mamá y a la abuela a limpiar, ordenar y a desembarazarnos de trastos inútiles. Me siento mayor. Ya no estoy en la categoría infantil, soy un adulto más. ¡Y me encanta! Me han aceptado como individuo, como personalidad, como entidad. Soy parte de algo. Soy importante. Soy alguien.
Los adolescentes pasan un momento escabroso e inestable. Los mayores los tratan como niños, pero quieren que se comporten como adultos. Les dan órdenes como se dan a los animales y luego esperan una reacción madura, siempre racional, de personas autoconvencidas de su nivel legal. Es un período difícil, vacilante, durante el cual se anda perdido. Tal vez he pasado su peor etapa. Espero que si, pues no estoy segura de tener la fuerza ni la firmeza necesarias para pasarlo de nuevo.

27 de Diciembre
La Navidad está aún en el aire. Este maravilloso y especial momento
del alio, cuando todas las cosas buenas renacen sobre la tierra. ¡Oh, cómo amo estos días, cómo los amo! Diríase que nunca he estado ausente.

28 de Diciembre
Pasando revista a las postales de Navidad he visto una de la familia
de Roger. ¡Qué horrible sensación me ha producido! ¿No habría sido maravilloso que nuestras familias hubiesen emparentado? Pero ahora toda posibilidad queda excluida y no debo torturarme pensando en ello. Además, lo nuestro no fue, probablemente, más que un simulacro de amor.

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