Siete

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Fiesta, aquella palabra, relativamente para Eva significaba felicidad.

Cuando era una niña le gustaba oír eso por qué significaba que aquella noche dormiría en casa de la abuela, y Eva amaba pasar tiempo con aquella mujer.
Y no por que su abuela fuera como las típicas ancianas que cuando reciben visitas de sus nietos los llenan de dulces y antes de que se vayan les dan dinero, permiten que se duerman tarde, les dejan ver televisión y les dan doble postre, y si la abuela de Eva hacía todas esas cosas, pero también hablaba y hablaba demasiado, y Eva amaba escuchar sus historias.

Pero algo que Eva sabía era que las mejores historias eran contadas cuando la mujer tenía una copa de vino en la mano, y se dormía en el sofá, a veces sin ni siquiera acabar el relato. Ya que cuando su abuela tomaba vino, significaba que estaba más alegre de lo normal.

Eva sabía que su abuela era diferente, pero eso la volvía más especial.

Y bueno, al crecer la palabra fiesta tomó otro significado, uno muy diferente, al menos cuando tuvo la edad para acompañar a sus padres a estas.

Para ese momento, Eva ya había probado todo tipo de bebidas alcohólicas, y casi sabía el nombre de la mayoría de memoria y también había aprendido cómo prepararlas . Tal vez aquello había sido debido a todos los años que vio como su abuela, se preparaba una copa antes de ir la a dejar a la cama, y la bebía mientras le contaba un cuento inventado por ella misma para que pudiera consolidar el sueño.

Había aprendido muchas cosas de su abuela, sin embargo esta era una de las cosas que más había puesto en práctica, eso y su gusto por el tabaco.

Ahora las fiestas significaban dos cosas, o más bien opciones, una era decirle a sus padres que tenía demasiada tarea como para ir, y cuando estos se fueran, ir a otro lugar, o estaba la segunda opción que era ir a la fiesta y beber hasta que no recordara nada, al final siempre tenía la suerte de encontrarse con algún amigo que la llevara a casa antes de que sus propios padres llegaran, al final y al cabo era alcohol gratis, que mejor que eso.

Así que cuando su madre anunció que tendrían que ir a la beneficencia anual, de lazos de amor, que supuestamente ayudaba a niños desamparados aceptó, gustosa.

No había ido a algo así en algún tiempo, al menos no desde que que mudaron y sería divertido burlarse de la forma de actuar de las mujeres mayores.

Así que aquel sábado por la noche se colocó uno de los vestidos que su abuela había comprado para ella como forma de despedida antes de que se mudaran, se maquilló y espero en la sala de su casa, hasta que su madre estuviera lista.

Mientras hacía eso, Eva solía mirar por la ventana, muchos podrían pensar que su cabeza en ese momento estaba en blanco sin embargo, estaban equivocados, Eva no era del tipo de personas que malgastara el tiempo haciendo algo como dejar de pensar, no, a Eva le gusta organizar sus pensamientos, como si su cabeza fuera una oficina en la cual acomodara cosas importantes en estantes con llave, y desechara en la papelera, cosas sin importancia.

Solía hacer eso cuando esperaba que el tiempo pasara rápido y tal y como lo había planeado así fue.

Cuando estuvo sentada en la parte trasera de auto y el auto empezó a andar, optó por organizar algo que había dejado para ese momento, pues no quería aburrirse en el viaje hasta el lugar.

Y si, también habría podido utilizar su teléfono como una forma de distracción, sin embargo era consciente de qué tal vez habría un reproche por parte de su madre, acusándola de estar todo el tiempo en el celular así que prefirió evitárselo, y fingir que escuchaba, mientras miraba por la ventana.

IDÍLICO |+18| KNJ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora