t r e i n t a

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—¡¿Jungkook, qué estás haciendo?!

Esa voz me sacó de todo mi enojo. Solté la camisa de Minhyuk y miré a Saeron. Sus ojos se veían entre sorprendidos y decepcionados de verme a punto de golpear a alguien. Minhyuk acomodó su camisa y ambos nos acercamos a Saeron tratando de darle una explicación.

—¿ibas a golpearlo?—preguntó con el ceño fruncido. Perpleja, como si no fuera capaz de cometer algo parecido o como si fuera un pecado.

—¡pero no lo hice!—traté de excusarme.

—no te molestes con él, Saeron. Yo lo provoqué.—contestó Minhyuk a un lado. Le miré recriminándolo y este miró a Saeron calmado.

—¿por qué hiciste eso, Minhyuk?

—no puedo controlar mi conducta, perdóname.—se excusó con ella. Le miré de nuevo molesto y posé mis manos en mis caderas.

—¿no deberías disculparte conmigo?

—eso lo decido yo.

Fue lo último que dijo antes de hacer una reverencia a la castaña e irse. Miré a Saeron como un cachorro pidiendo comida. Ella me miró con un puchero, el ceño fruncido y se cruzó de brazos. Después de que exagerara más mis gestos de perrito regañado, el semblante de Saeron se relajó y me miró como si no tuviera remedio.

—No tienes remedio, Kook.

¿Cómo lo supo? :0

—¿qué fue lo que te dijo para enojarte de esa manera? Nunca antes te había visto a punto de golpear a alguien—comentó y comenzó a caminar hacia nuestro salón, le seguí tratando de explicarme.

—no te puedes enojar, estaba montando una escena de celos porque se enteró que ayer nos besamos.—el semblante de Saeron cambio por completo, me miró con los ojos a punto de salirse de sus cuencas y las cejas levantadas en sorpresa.

—¿que él qué?

—lo que dije, está celoso porque sabe que te besé ayer y bueno, dijo que no iba a detenerse para tratar de llamar tu atención.

—Saeron suspiró pesadamente—. Está bien, no estoy molesta contigo—sonreí y aplaudí emocionado.—. Pero lo estaré si mencionas algo que no deberías mencionar.—me señaló y acomodó el cuello de la blusa del uniforme.

—¿cómo qué?—pregunté seductor levantando mi ceja. Sus mejillas se ruborizaron al instante. No pude evitar dirigir mi mirada a la marca de su cuello, que a penas lograba notarse por el maquillaje puesto encima.

—no se, como que te pajeaste en mi baño—comentó divertida. Esta vez fueron mis mejillas las que ardieron en vergüenza color carmín. Se acercó a mí oído y ronroneó—. O que me masturbaste con tus dedos.

Sonreí ladino aún con las mejillas sonrojadas. Chasqueé la lengua y le miré con los ojos entrecerrados.

—te lo dije, mis dedos son mágicos.—subí mi mano a la altura de mi cuello y moví mis dedos intermitentemente.—. Y hablando de eso, me debes un favor.

—¿un favor? ¿De qué estamos hablando, señor Jeon?—preguntó y abrió la puerta del salón, entrando a él, le seguí y entre detrás de ella.

—me encogí de hombros—. Ya sabe. Ojo por ojo. Usted me debe una probada de sus mágicos dedos también.

Saeron me miró entre sorprendida y divertida por la platica que estábamos teniendo. Terminó esbozando una sonrisa y riendo por los nervios de no saber qué contestar. Yo también estaría así si ella me pidiera un favor sexual, pero vamos, ella no lo haría a menos que no estuviéramos en la escuela o en mi casa.

L'échange; J.jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora