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Capítulo Dieciséis: La Esperanza.


 El saber que al despertar sigues estando vivo y con la misma inseguridad de que él pudiera entrar a tu habitación y volver a hacer lo que quisiera, no te daba tantas esperanzas o ganas siquiera de seguir viviendo, pero debías hacerlo, aún no sabías para qué, pero tenías que seguir haciéndolo, sobre todo porque era sábado para el resto del planeta, y al resto del planeta le daba igual tu mísera existencia.

   Lo primero que hacías los sábados, luego de bañarte con agua lo suficientemente caliente como para que tu piel se quedara roja y ardiendo, o luego de que fregaras con fuerza la esponja sobre tu piel, hasta que sin más tuvieras que salir antes de que tu piel se despegara de tu cuerpo, luego de eso, debías ver si Linda seguía con vida, si lo que le dio Rick no fue lo suficiente como para provocarle una sobredosis. Sabías que era muy poco probable que el monstruo se quedara en casa los fines de semana, así que con los ojos hinchados por haber llorado el resto de la noche en la que habías muerto, y con tu alma escarbando un lugar para descansar segura dentro de ti, te dirigiste a la habitación de tu madre, estaba en el suelo.

 Era lo normal, lo primero que hiciste fue ver qué era lo que encontrabas en su mesita de luz, si píldoras o inyectables, parecían píldoras de dormir, tal vez le había dado dos o tres. Al menos no fue heroína, piensas. Al menos no fue una dosis letal, piensas también, al ver que está despertándose y sonriéndote con una sonrisa perezosa, quieres reír, juras con tu alma que de verdad quieres hacerlo, pero estás muerto en vida, y ella no parece notarlo, o no quiere.

 Te da igual, voy a escapar algún día, te prometes. A ti mismo, en tu interior intocable, donde nadie puede llegar. Ves que pasan de las dos de la tarde, y piensas en Gerard y en el parque, pero no quieres explicarle el moretón violáceo en tu ojo, así que volviendo a tu habitación, cierras la puerta con llave y juras que si al dormir y al despertar de nuevo, esto no es una pesadilla, juras que dejarás de creer en dios.

las otras cosas. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora