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Capítulo Diecisiete: La Destrucción.


Lunes, las personas cruzaban por los pasillos sin siquiera notar tu presencia, tus hombros encorvados, tu cuerpo delgado siendo llevado por algún grupo de estudiantes hasta el lugar de los casilleros, como si solamente te dejaras llevar por la corriente. La nueva cosa en la que estabas pensando, estaba provocándote estragos; ¿al mundo le daba igual si Frank Iero moría?

 Y pensaste que probablemente sí, que probablemente estarías haciéndole un favor al resto indirectamente, ya no tendrían que soportar tu aura oscura, ya no tendrían que molestarse porque seas tan callado y extraño en clases, Linda no tendría que levantarse todas las mañanas, gritando que ibas  a llegar tarde, que se lamente porque el dinero de su trabajo no le alcanza, algunas veces hasta te parecía gracioso, y ahora, ahora que no creías en dios, porque todo esto era resultado de tu realidad, de tu asquerosa realidad, te diste cuenta de que si dios existía, seguramente era un tipo muy sádico, o si era realmente bueno como algunas personas proclamaban, seguramente tenía algún odio especial hacia ti, y siempre llegabas a la misma conclusión, ¿tal vez dios no me quiere porque soy gay?

 Pero negabas, si eras tan pequeño y nada importante a los ojos de las personas, ¿por qué le serías relevante a dios?

 Con el nudo en la garganta, asumiendo que Alice ahora prefería a las chicas del club de Ajedrez que a ti, te dijiste que tal vez era cuestión de tiempo para que eso pasara, después de todo, nunca habías tenido amigos realmente, duraban muy poco en tu vida. Se iban en un parpadeo, tal vez por eso te sorprendiste cuando en el segundo bloques de clases, en el recreo, Gerard estaba caminando serio hacia ti, ¿y ahora qué quería? ¿se desquitaría contigo?

 Hubiera sido mejor si él no hubiera puesto sus labios sobre los tuyos el viernes, porque ahora su huella había sido borrada por el monstruo y la asquerosa sensación de que su saliva parecía impregnada a tu cuerpo y a tu alma, esa sensación que no salía aunque te frotaras fuertemente con el jabón estaba allí nuevamente, y era mejor que Gerard no estuviera cerca, porque tenías ganas de estallar.

 Así que dándole la espalda, caminaste lejos de él, pero sabías que estaría siguiéndote, siguiéndote aunque lo ignoraras, no querías tenerlo cerca porque podrías estar añorando la sensación suave de sus labios contra los tuyos, y tal vez, tal vez por eso Rick era tan duro contigo. Caminaste hasta el patio, perdiéndote entre los árboles que adornaban el jardín de la preparatoria, sabías que él te seguía en silencio, respetando que estuvieras a punto de quebrarte, y había más, había mucho más, porque él vería el moretón en tu ojo y te miraría como si fueras un animalito herido, y querías ser más que eso.

"¡Ya detente!" Estallaste, en un sector del patio en el que estaba vacío.

"Te esperé el sábado en el parque, y también el domingo." Murmuró bajo, como si no quisiera alarmarte o verte a la cara siquiera, te giraste hasta quedar frente a él, no traía falda, simples jeans oscuros, su uniforme normal, viste como pellizcaba sus propios dedos, estaba nervioso.

"L-lo siento." Murmuraste, y él al fin parecía tener el valor para verte, lo primero que hizo fue ver tu ojo adornado con tonos azules y violetas, encantador, simplemente encantador, una belleza estética espeluznante. Cubriste tu ojo con algo de tu cabello, y te pusiste la capucha de tu sudadera, te morías de calor, pero no había forma de que dejaras que vean todo el desastre que eras. Miraste hacia otro lado, sin el valor suficiente como para verlo y decirle, decirle que el monstruo había borrado la sensación de la brisa de verano.

"No importa, Iero... uh, ¿estás bien?" Te reíste, rodaste los ojos hacia otro lado y al fin lo viste, él parecía avergonzado por haber preguntado algo totalmente estúpido.

"Sólo estoy." Respondiste, y él asintió, seguía unos dos metros alejado de ti, esperando a que te quebraras.

"¿Para qué estabas buscándome?"

"Para saber porqué no fuiste ayer... y el sábado a..."

"Porque estuve encerrado."

"¿Él te...?"

"No, yo lo hice, no quería que vieras esto." Descubriste tu ojo, y él asintió, mirando hacia otro lado después.

"No me importa tener que ver tu ojo."

"Pero a mi sí."

"Sabes que no te juzgo Frank..."



Se acercó unos pasos, y extendiste tus brazos, en señal de que no se acercara más, porque de otra forma, él tendría que juntar tus pedazos, y no querías involucrarlo en este desastre.


"¡Deberías dejarme en paz!"

"El viernes te dije que te ayudaría..."

"¡Lo sé! ¡Pero no puedes hacer nada! ¡Él seguirá entrando a mi habitación y seguirá haciéndolo! Por favor... deberías dejarme en paz."

 Le diste la espalda cuando el nudo en tu garganta se deslizó en lágrimas hasta tus ojos, tu nariz roja y tu cuerpo sacudiéndose en sollozos que intentabas que se quedaran dentro, sentiste sus brazos rodeándote, dándote la vuelta para que pudieras enterrar tu rostro en su pecho, y quedarte allí por el resto de la eternidad si quisieras, si tan sólo todo fuera perfecto.

"Él te borró, Gerard, él te borró y fue doloroso."

las otras cosas. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora