Capítulo treinta y seis: tostadas quemadas.
Bien, para empezar la tostadora no funcionaba, así que realmente no tendrían tostadas, como cualquier familia americana que tuviera una tostadora funcional, y un buen servicio eléctrico. Pero es raro todo, incluso que estés preparando el desayuno, porque ni siquiera desayunabas en los otros días, los normales, donde Gerard no estaba mirándote fritar los huevos, o intentar tostar pan. Tu café sale horroroso, y él ríe cuando lo prueba, no es una risa de burla, es una risa divertida, una que te dice "esto sabe asqueroso, pero lo tomaré porque te quiero", y ese sentimiento te hace sentir cómodo y cálido, por eso te permites reír también, y no es tan normal que rías en tu casa, cualquier día por la mañana, tampoco es normal que estés desayunando, y que Gerard te haga sentir de ese modo, como si de verdad disfrutara de tu compañía. Porque simplemente, no habías conocido a otra persona de la escuela, que no sea Alice, que disfrutara de tu compañía, sobre todo porque antes podrías jurar que Gerard te odiaba y que quería usarte como un maldito saco de box.
Y esa duda te hace correr el plato sobre la vieja mesa, y lo miras, la pregunta está en tu lengua y sólo buscas algún hueco en lo que sea que él esté pensando, porque ninguno de los dos está hablando.
"Gerard, ¿por qué me odiabas antes?"
"¿Y quién dijo que no sigo haciéndolo?"
Bien, esquiva tu pregunta con otra pregunta, y te sientes menos valiente por haberle preguntado, aunque sabes que él bromeaba, porque si te odiaba, probablemente ni siquiera estaría en tu casa, desayunando, o no te besaría, es tonto siquiera que estés buscando pruebas de que en serio no te odia, no sabes bromear cuando se trata sobre eso, pero la curiosidad persiste y te hace rodar los ojos, aunque aún sonríes, nerviosamente, pero lo haces, y vuelves a preguntar.
"Ya, en serio, antes querías golpearme, ¿por qué cambió eso?"
Por alguna razón, estás respondiéndote sólo, ¿por lástima? Niegas y pellizcas el pan que no está tostado, sólo por la incomodidad floreciendo en ti, y por la respuesta muda que Gerard aún no te da. Suspiras y haces el esfuerzo de masticar el poco de huevo frito que habías puesto en tu tenedor, aunque el hambre pareció fugarse en menos de lo que se instaló. Pero lo miras, y él tiene el ceño fruncido y mira hacia un punto frente a su plato, sí, piensas, yo también lo pensaría mucho si se trata de quererme a mí.
Pero antes de que su respuesta te duela de alguna forma, sólo carraspeas y sueltas una risa nasal incómoda y adolorida. "Olvídalo, ni siquiera sé por qué pregunté."
"No, Frank, estoy pensando en una respuesta que en serio pueda aclarar tus dudas, porque no tengo alguna excusa para lo idiota que fui contigo antes."
"Okay, ¿pero antes de qué?"
Tu duda está implícita en esa frase, ¿antes de saber que yo...? ¿antes de verme los antebrazos o...? ¿antes de qué?
"Antes de conocerte, Frank."
"Okay, entonces debo suponer que quieres golpear a todo el mundo antes de conocerlos."
"No, sería una suposición errónea."
"Okay, entonces debo suponer que querías golpearme sólo porque sí, antes de conocerme."
Sabes que estás siendo fastidioso, pero de pronto te sientes enojado, atrapado en suposiciones que él no se tomaba el tiempo en aclarar, sólo debía responder honestamente, ¿por qué cambió el hecho de querer golpearte y tratarte como escoria de un momento a otro? Era tan injusto.
"Me da gracia que digas "okay" al comienzo de cada cosa que dices."
Dice él, y eso te descoloca y ya no quieres fingir que tienes hambre, así que bajas el tenedor y resoplas, no te da gracia a ti decir "okay" ante cada cosa que dices, dices "okay" porque estás malditamente nervioso y molesto con él, porque no quieres su maldita lástima, ni quieres que él sea tu amigo por ser una víctima de...
"Okay, Gerard, pero no estás respondiéndome."
"Es porque no estás siendo claro con lo que quieres saber, dime lo que en serio estás pensando, Frank."
"Oka-..."
Te detienes y miras hacia otro lado, no hacia él, ni a tu comida, sólo necesitas un pequeño refugio de la idea, para ti lógica, que se instaló en tu cabeza, necesitas una escapatoria, y deseas que las tostadas en serio se hubieran quemado, para tener una excusa al pensar luego en este recuerdo, para decir que el desayuno se arruinó por culpa de las tostadas quemadas, y no por la pregunta cargada de un profundo resentimiento hacia ti mismo.
"Quiero saber si te volviste mi amigo sólo por lo que sabes de mí, por las- por las cosas terribles que sabes de mí. Porque podría soportar que me trates como escoria, o que me insultes, pero en serio no voy a soportar que me quieras por lástima, detesto tanto la lástima. Y hay cosas buenas de mí también, que no sabes, y que- sé que perfectamente podrías haber sido mi amigo si sabes esas cosas buenas, pero..." Gerard está viéndote, sientes su mirada penetrante en tu rostro, y no sabes en qué momento tus mejillas se habían empapado por tus lágrimas. "Pero eres mi amigo por las cosas malas que sabes de mí, y eso significa que sientes lástima o eres un idiota."
Gerard se levanta de su silla y te mira, puedes escuchar su respiración incrementando y sabes que él está tan molesto también.
"Tú tampoco sabes una maldita cosa sobre mí, Frank, y creo que soy lo suficientemente inteligente como para saber por qué quiero ser tu amigo. Toda la mierda que pasaste, eso- eso no te define en lo absoluto, y yo sé que tienes cosas buenas, sólo estoy esperando el momento en que quieras mostrarme, por esa maldita razón sigo siendo tu amigo. Y me parece tan injusto que hagas de menos las cosas que siento por ti, sólo reduciéndolo a lástima."
Cuando parece que está dejando de hablar, lo escuchas suspirar y maldecir, está juntando su plato, la taza, tu plato y tu taza, y llevando estas cosas a la mesada, regresa a la mesa y te mira, apoya una de sus manos sobre la madera y te obliga a levantar tu vista, con su otra mano sosteniendo tu mentón con fuerza.
"Si tú eres el que siente lástima de ti, me parece tan injusto que creas que yo soy el que la siente, Frank."