Capítulo treinta y cuatro: Dramarama.
Querías alejarte un poco del dramatismo, en casa, con Gerard, en la escuela. Tal vez tu vida había sido ambientada a una horrenda copia de una novela adolescente, esto era gracioso si le dabas vueltas al asunto. Ya en la escuela, le rogabas al noséqué en el universo para que no te toparas con Gerard, no después de su ridícula discusión, te sientes como un tonto allí en el pasillo, deseando verlo pero a la vez no, inventando cualquier excusa cuando esté cerca de ti, decirle algo como hey, olvidé hacer la tarea, nos vemos por allí.
Pero en cuanto lo ves cruzando el pasillo, pegas tu espalda al casillero cerrado y él te mira durante unos escasos tres segundos, piensas que terminará acercándose pero cruza frente a ti como si fueras uno más del montón.
Como si no existieras. Como si no fueras Frank Iero.
El aire que retenías cruza lento y doloroso por tus fosas nasales, tu mirada se pega a su nuca y tienes miedo, miedo de ser olvidado.
Y como si nunca hubieras tenido dignidad, la rejuntas en tu pecho y caminas del lado contrario del que se fue Gerard, pero te diriges a los baños, donde es más seguro llorar en silencio hasta que se te pase el escozor en el pecho. Pero a la vez, tu dignidad se desase, y cuando estás a punto de llegar a los baños, tu cuerpo se da media vuelta y sigue la estela de pasos que hizo él, lo ves guardando cosas en su casillero, te quedas parado en medio del pasillo, los demás cruzan, algunos murmuran un "quítate", pero no puedes moverte, pareces congelado, como si tus pies se hubieran atornillado al suelo.
Él te mira y está tan serio y frío que no parece ser el mismo Gerard diciendo "creo que te amo", así que reúnes fuerzas y das otros pasos hasta estar cerca de él, mandando al demonio tus gramos de dignidad rejuntada.
"Hola."
Dices, suenas más tembloroso de lo planeado, pero él decide que es mejor suspirar en lugar de responder. "¿Así que solo será así a partir de ahora? ¿Una discusión estúpida y al otro día ya no existo para ti?"
Tu voz sale agrietada pero mantienes el hilo. Gerard te mira, parece cambiar su mirada fría a otra, una de disculpas, solamente parece estar disculpándose.
"Lo siento, es que- creí que tú ya no querías-"
Te cruzas de brazos, es lo mejor que puedes hacer con tus extremidades, tus manos tiemblan ligeramente y es curioso como las demás personas en el pasillo pasaron a ser como extras. "Lo siento, Frank."
Piensas que debes ser más fuerte que un simple "lo siento, Frank", pero ya no sientes el escozor en tu pecho, ni el peso en tu espalda, tu mirada viaja a su rostro, sigue mirándote apenado, suspiras sonoramente y miras a los demás cruzando de un lado al otro en el pasillo.
"Está bien, yo- también lo siento, no debía irme de ese modo."
Dijiste, tus brazos se descruzan y él se acerca a ti, está muy cerca, más de lo permitido, más de lo considerado normal frente a las personas, miras nervioso a los que podrían estar viéndolos, pero sus brazos te rodean y no puedes hacer más que dejarte rodear por él, su sutil presencia. Cierras los ojos al apoyar tu rostro en su hombro, es más cómodo de lo que recuerdas.
"¿Amigos de nuevo?"
Preguntas, porque no hay otra etiqueta que los defina. Él suelta una corta risa y asiente.
"Sí, si eso quieres."