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Capítulo Veinticuatro: Honesto.


"¿Por qué te enojaste conmigo solamente por ese libro?" Preguntó Gerard, mientras ambos estaban recostados en su cama. En el piso de abajo podían escuchar a las mujeres del coro de la iglesia, la madre de Gerard incluida. Él se había puesto una falda solamente para hacerla enojar.

"Porque estabas siendo un idiota sin ninguna razón." Te recuestas de lado para verlo, y él tambien lo hace, ambos se miran, su cejo fruncido y sus labios en una mueca hacia arriba. En desacuerdo. "Sólo me preguntaste qué me parecía, respondí honestamente. Deberías agradecerme por ello."

"Oh bien, gracias Gerard..." Él sonrió complacido. "Por ser un idiota honesto."

Volvió a rodar los ojos e hincó uno de sus dedos en tu costado, haciendo que rieras y te apartaras.

"Deja de decirme idiota, idiota."

Apartaste su mano, ya que se había quedado enganchada a tu cintura, sus ojos recorrieron ligeramente tu rostro antes de que se acercara y besara tus labios. Lo hizo varias veces, haciendo que cerraras los ojos en cada una. Cuando se apartó, sonrió.

"De todas formas sigo sin entender porqué te gusta tanto ese libro, Frank. ¿No ves lo que yo? Es otra cosa para demostrar que ser gay es genial y lindo, cuando muchas veces no es así. Ser gay no es tan importante, ni siquiera te hace completamente especial."

 Ruedas los ojos, volviéndote a recostar de espaldas, viendo hacia el techo blanco, te quedas pensando unos segundos.

"¿Entonces qué me hace especial?" Preguntas, la lista en tu mente es corta, casi inexistente.

"Uh... tú eres Frank, y todas las cosas que conlleva ser un Frank te hacen especial."

"No entiendo, Gerard." Él suspira y se sienta, hace unos movimientos con las manos mientras habla, sientes un nudo en la garganta.

"Pondremos por ejemplo a tus ojos, si ves un par de ojos por allá, sólo dirás, oh, mira, un par de ojos avellana, nada especial. Pero luego, si ves un par de ojos avellanas en un rostro con cejas así de perfectamente dibujadas, una nariz adorable y labios completamente besables, te replanteas lo primero que has dicho, y dices, oh, vaya, sí es especial."

Ríes.

Tu risa suena por toda la habitación y él no comprende por qué lo haces, pero simplemente no pudiste evitarlo, toda la situación en sí, las palabras sin sentido, los movimientos de sus manos.

"¿Te estás riendo de mi?" Niegas, secas las lagrimillas de risa de tus ojos y quedas con una sonrisita en tus labios, Gerard sigue esperando una explicación.

"¿Quisiste decir que mis ojos, cejas, nariz y labios eran especiales?" Indagaste.

"No, sólo era un ejemplo."

Su rostro está rojo, intenta mirar hacia otro lado.

"Sí, claro."

las otras cosas. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora