Capítulo treinta y cuatro: Escaparse.
Eran las dos de la mañana y el sonido de repiqueteo en la ventana de tu habitación sonaba como si un pájaro carpintero estuviera por allí, pretendías despertar, abrir la ventana y espantar al ave, tal vez gritar un par de groserías antes de que se escapara, o tomarla en las manos y enjaularla. Ese último pensamiento te entristeció, así que te levantaste y caminaste despacio hasta la ventana, corriendo la cortina y asustándote al ver a Gerard del otro lado, con quien parecía ser su amiga Lindsey, abriste la ventana, sintiendo ahora tu corazón latir con fuerza contra tu caja torácica. Era estúpido ese efecto que tenía Gerard sobre ti, dejándote todo raro.
"¿Qué hacen aquí?" Murmuraste, Lindsey traía una linterna y le apuntaba el rostro a Gerard, sólo para molestarlo, él le quitó la linterna y la lanzó hacia un costado, haciendo que Linds corriera a atraparla.
"Vinimos por ti, bobo."
"¿Por mi? ¿Para ir a dónde?"
Gerard rodó los ojos y empujó tu cabeza hacia adentro de la habitación, notaste que pretendía entrar, así que reíste para dar unos pasos hacia atrás y dejarlo, entró y lo primero que hizo fue robarte un beso en los labios, tu rostro quemó y suspiraste como bobo, sólo era la forma de saludar de Gerard, tal vez hacía lo mismo con Lindsey. ¿Por qué importaba de todos modos? Si eran amigos.
"Es tarde, ¿a dónde pretendes que vayamos?" Algo nervioso por el último pensamiento, te abrazaste desde el torso y buscaste su mirada, Lindsey entraba por la ventana, sosteniendo la linterna para apuntarlos con la luz a ambos, Gerard se cubrió los ojos.
"Gerard no puede dormir, entonces hizo una de sus salidas raras, es porque este idiota debió ser un vampiro en otra vida." Respondió ella, recorriendo tu habitación como si fuera la invitada, miraste a Gerard que aún no decía nada, tal vez sólo pensaba. Te sentaste en el suelo, recostando tu espalda contra la cama, esperando, Lindsey encontró algo con lo que entretenerse, un libro. Gerard tomó asiento cerca de ti.
"No sé, sólo pensé que tal vez querrías venir con nosotros o estar con nosotros, sé que ayer fue viernes y que nos vimos toda la semana, pero- bueno, sólo quería verte." Por alguna razón está nervioso, Lindsey suelta un "AW" demasiado alto para su propio bien, porque al instante escuchan golpes desde el otro lado de la puerta, aunque no te mueves, no te preocupa que la abra, siempre está trabada. Por seguridad. Era irónico que ni siquiera te sientas seguro dentro de tu propia casa.
"¿Qué sucede allí dentro, Frank?" Pregunta Linda, con voz adormilada. Le haces un gesto a Gerard y Linds de que hagan silencio, suspiras y te levantas, caminando hasta la puerta y apoyando tu espalda contra esta.
"Nada, sólo- no puedo dormir, es todo, intentaré hacerlo ahora." Mordiste tu labio inferior y esperaste a que ella respondiera algo, pero como no lo hizo, relajaste tu espalda y volviste hasta esos dos que te veían entre extrañados y preocupados.
(...)
Caminan por las calles desiertas del vecindario, solamente las luces de las calles alumbran sus cabezas, haciendo que sus sombras quedaran alargadas en el pavimento, Lindsey tomaba de tu brazo, fumaba un cigarro y se lo pasaba a Gerard de vez en cuando, sólo los mirabas. Te preguntaste qué era lo grandioso de tener ese tubo entre los labios, el humo y el sabor. Mientras que Gerard tenía sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera, también te preguntaste qué sentirías al tomar su mano y simplemente caminar por allí, ¿a Lindsey le molestaría si le pides que suelte tu brazo? No lo dices, pero no puedes evitar pensarlo, mientras que ella habla algo a que sólo Gerard parece escuchar, tienes frío y sueño y realmente no quieres caminar, así que decides parar. Ambos te miran, Lindsey sin reproche, pero Gerard tiene algo extraño hoy.
"¿Y si vamos a la estación?" Preguntas, de noche la estación se volvía un refugio para vagabundos, aunque no los culpabas, al menos tenían techo. Caminaron veinte minutos hasta allá, Gerard había quitado una de sus manos de su bolsillo, para dejarla colgando de costado, algunas veces rozaba sus dedos contra los tuyos, pero te decías que solamente era a causa de la cercanía.
Decidieron caminar en las vías, Lindsey intentaba mantener el equilibrio, yéndose más adelante, con los brazos como alas de avión. La mirabas mientras sentías la mirada de él en tu rostro, no querías verlo directamente.
"Me gusta este lugar de noche." Dijiste, empujando tus manos dentro de tus bolsillos, sintiendo como sudaban un poco.
"¿Ya habías venido antes? ¿De noche?" Parecía asombrado, así que se subió a uno de los bordes, al costado de la vía y se sentó, colgando sus pies. Quedaste de pie, frente a él, pero sin mirarlo aún, Lindsey se hacía pequeña cada vez que se alejaba.
"Sí, tenía como trece, pero no sabía que los trenes no aparecían de madrugada." Te encogiste de hombros, ahora luchando para verlo.
"¿Viniste sólo? ¿Con trece años? ¿Qué pretendías hacer?" No te gustó cómo había sonado la última pregunta, como si estuviera culpándote.
"¿Crees que nunca intenté escapar?" Mordiste tu labio, sonreíste para dejar de estar nervioso o al menos intentar de no estarlo. Se bajó de un salto del borde y caminó hasta abrazarte, pero te sentiste violento, no querías tenerlo tan cerca, así que no correspondiste a su abrazo, solamente duró unos segundos.
"¿Pasa algo, Frank?" Luce preocupado, tu pecho se encoge y decides voltear, copiando la acción de Lindsey y hacer equilibrio en la vía de hierro.
"Tal vez yo también debería fumar." Cambiaste de tema, bajándote y sintiéndote un gran sin sentido, Gerard estaba confundido, pero lo aceptó, te invitó un cigarro, pero tuviste que aceptar que esté sentado cerca de ti. Lindsey ahora del otro lado, colgando sus piernas mientras que se tomaba fotos con el celular de Gerard.
Gerard encendió el cigarro y le dio una calada antes, extrañado aún.
"¿Nunca habías fumado?" Preguntó, pasándote el cigarro, notaste que su mano temblaba, tal vez también deberías preguntarle si está bien.
"No." Tomaste el tubito y lo pusiste entre tus labios, sin sentirte demasiado especial, seguías siendo tú, pero ahora con olor a tabaco. Le diste una calada larga, sin saber qué hacer después, terminaste dejando escapar todo el humo, sin recibir ni una gota de este en tus pulmones, Gerard sonrió, tal vez por ternura, o por burla.
"¿Qué?" Le dijiste, sin devolverle el cigarro, en lugar de responder, tomó tu mentón y te atrajo a su rostro, hasta darte otro beso en los labios, rozando su lengua contra la suya. Se separó y te quitó el cigarro, te sentiste algo mareado, así que dejaste que tu cabeza caiga sobre su regazo, cerrando los ojos por sueño o tal vez, ya ibas a morir por cáncer pulmonar.
"Frank.."
"¿Mhm?"
"Tal vez él ni siquiera salga de la cárcel y tú ni siquiera tendrás que escapar."
"Tal vez."