Capítulo treinta y dos: el plan.
Gerard ríe mientras que intenta llenarte la boca con una galleta, giras tu rostro, evitándolo, no quieres que lo logre, al menos no cuando descubriste que él había lamido la galleta antes.
"¡Tiene gérmenes!"
"¡Pero son míos!"
Termina sobre ti en el césped, pero sigues sin abrir la boca, cerrando los ojos, de pronto deja de ser divertido, te sientes atrapado, piensas en cosas que no deberían ser pensadas y comienzas a removerte, asustado, él sigue intentando abrir tu boca, pero con tus manos intentas alejarlo, sientes miedo, piensas que posiblemente es Rick, y empujas a Gerard con fuerza. Respiras agitado, sentándote, mirando a Gerard con la misma sorpresa con la que él te mira.
"Lo siento, yo-"
Muerdes tu labio inferior, ves al rededor y no hay nadie, pero sientes que necesitas irte. No sabes cómo explicar lo que había pasado, y tienes temor de arruinar todo. Gerard se acerca despacio, sentándose de costado, mirando hacia los juegos vacíos del parque, ese parque al que te había invitado una vez, pero que no fuiste.
"No te preocupes, soy un tonto."
"No es eso, sólo-"
Gerard te mira, intentando entenderlo, aunque sabes que nunca lo hará, nunca lo entenderá realmente, al menos no si no pasa por algo como eso, pero jamás le desearías algo así. Recuestas tu cabeza en su hombro y cierras los ojos, contando los segundos. Uno, dos, tres...
"¿Pensaste que era él?"
Interrumpió tu cuenta, sonó algo herido aunque intentaba ser cauteloso, te sentiste como la mierda, intentando disimularlo. Aunque no sabías disimular. Sientes frío y te abrazas a ti mismo, juntas tus rodillas, como montañas y apoyas tu mentón allí, con los ojos ardiendo.
"¿Entonces se supone que un hijo de puta viene y debe arruinarme la vida para siempre?"Murmuras, con el pecho doliendo y la rabia burbujeando en tus palabras.
"¿Sabes? Cuando era niño y Cheech todavía vivía con nosotros, yo creí que mi vida sería como la de cualquier otro niño ordinario, estudiaría en la secundaria, tendría un grupo reducido de amigos, y un pavo caliente en la mesa en el día de acción de gracias. Entonces, estúpidamente, en unas de esas veces que te dicen que soples las velas del pastel para pedir un deseo, pedí que mi vida fuera emocionante."
Sueltas una risa irónica, y sientes la resignación en el suspiro de Gerard.
"Pero no me refería a esta mierda."
"Frank..."
"Y un día, un tipo se apareció en nuestra casa, dijo ser mejor amigo de Cheech, del trabajo, le prometió a Linda que podría confiar en él, y le dijo que él podría cuidar de nosotros. Linda lo dejó entrar a nuestra casa, a nuestras vidas y luego todo fue-"
Una de tus manos arranca el césped y lo lanza hacia un costado, furioso.
"¿Y se supone que debo resignarme? ¿O que las cosas serán mejores si permanezco? ¿A caso le importo una mierda a Dios? ¿O no soy lo suficientemente bueno?"
Miras con odio a Gerard, no te habías dado cuenta de que estabas llorando, secas tus lágrimas rápidamente, mojando la punta de tu manga larga, Gerard continúa en silencio, sin saber qué decir, y era raro, porque Gerard siempre sabía qué decir.
"¿Y sabes lo que me dijo Linda? Bueno, no lo dijo, pero sé que es su intención. Dijo que pagará la fianza, son unos miles de dólares, venderá la casa, nos iremos a vivir a otro lugar aún más asqueroso, donde probablemente lo tendré más cerca, y- seguro no tendré una puerta o una habitación sólo para mí, estaré servido en bandeja de plata, Gerard. Seré su maldito plato principal."
"¿Crees que tu madre recibirá dinero en efectivo? Porque, si es así-"
"Eso importa una mierda, Gee." Quieres golpearlo, pero terminas abrazándote a él, escondiendo tu rostro en su cuello.
"No, se me está ocurriendo un plan, Frank, porque- si- si tu madre recibe billetes, podrías robarlos y comprar boletos, irte de aquí, ¿entiendes? o-"
Lo miras, interesado ahora.
"Y yo podría ayudarte con eso, mi abuela Elena vive en Nueva York, tal vez ella te reciba allí por un tiempo, Frankie. Sólo debo hablar con ella antes, aunque es un amor, estoy seguro de que te ayudará." Gerard parece emocionado con su idea, te mira a los ojos y habla con tanta seguridad, como si estuviera diciendo que el sol sale todos los días, sin falta. Eso es más desalentador, él no se incluyó en el "irte de aquí", así que vuelves a abrazarlo, como si no quisieras soltarlo.
"Es un buen plan, Frankie."
Besa tu frente y cierras tus ojos, necesitando desaparecer, como si al abrir los ojos estuvieras como por arte de magia en otro sitio. Necesitabas desaparecer, sí, pero con Gerard.