Dicen que del amor al odio solo hay un paso, este amor es verdadero y real, se cruzaron como dos estrellas fugases y se separaron como las mismas, el amor entre Kelly y Tyler es mas fuerte que ellos mismos. Pero ¿estarán preparados para todo lo que...
Había pasado una semana desde Ty me había preguntado por mis gustos hacia él, me había ignorado y cambiado de tema cada vez que buscaba explicación, era incomodo querer saber que estaba sucediendo en su cabeza y no recibir respuestas, Tatiana había vuelto a aparecer por aquí, está vez más oficial, había pasado de ser su ex a su novia oficial de nuevo. Curioso la verdad.
-¿Podrías ayudarme con el vestido?- hoy era especial para todos, el aniversario 65 de mis bisabuelos era una ocasión que reunía a todos la Hawards, rara vez pasaba pero se trataba de Julián y Teresa Hawards, miembros indispensables de este clan al que llamó familia.
Mi padre de había tomado la molestia de invitar a Heymi, Tyler y Tatiana ignorando por completo la opinión de Teresa sobre este matrimonio apresurado, para no presenciar las miradas malas de la abuela había decidido ir con mamá, porque si a pesar de todo mamá sigue siendo parte de la familia y sigue siendo invitada a eventos importantes como este. Cosa que me alivia en estos momentos.
-Mamá ¿Crees que la abuela hará un mohín por Heymi y Ty?- no quería por nada del mundo que tuvieran una versión equivocada de la familia gracias a la poca ética por parte de mi padre en asuntos familiares.
-Tú abuela es única, pero jamás le haría algo así a tu padre, quizás unas miraditas de desaprobación se cuelen por ahí pero nada más pasara- asentí y me mire en el espejo, había decidido usar un vestido azul cielo, junto a unas zapatillas color beige y gracias a una falla con mis lentes de contacto tendría que usar mis monturas convencionales.
Ty.
¿Crees que así está bien?
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Quise por mucho responder, pero las palabras que pasaban por mi mente no tenían para nada escrito la etiqueta de Hermanastro, así que solo ignore su mensaje y termine de arreglarme, mamá entro modelando su vestido beige ceñido junto a Hensy que traía puesto un vestidito de tul rojo que le había hecho la abuela con su máquina de coser.
-Vámonos, se hace tarde- tome mi bolso y mi móvil para seguir a mi madre por el trayecto hacia el estacionamiento de la casa.
-Abuela, nos vamos- la abuela Francis salió a vernos y sonrío no sin antes decirnos lo bellas que estábamos.
-Será las chicas más bellas de esa celebración- bese su mejilla antes de salir y subir al auto.
La salsa se escuchaba desde una calle antes de llegar, Teresa Hernández nunca había dejado sus raíces venezolanas, en casa se escuchaban sus canciones favoritas como el gran varón de Willie Colón o unas gaitas provenientes de su ciudad natal, cuando llegamos todos estaban aquí, mis primos corrían de un lado a otro, mis tías bailaban al son de la canción, mientras que mi abuela cantaba junto a su suegra quien a pesar de sus 87 años bailaba animada, los abrazos no tardaron en llegar y el amor se comenzó a concentrar en toda la sala.
