Natalia ha tenido siempre problemas para adaptarse en la escuela. Además, está locamente enamorada de Alba Reche. ¿Cómo cambiarán sus vidas por una charla y un trabajo?
✨
Narra Natalia
-¿Quieres espabilar de una vez Lacunza?- Me susurró Marta sentada a mi lado en el sofá de la sala común.- Si sigues mirando a la nada, no vas a estudiar una mierda para el examen.
-Déjame Marta.- Le dije quitando mi mirada sonrojada de donde realmente la tenía. Alba Reche.- Llevo el examen más preparado que tú.
-Perdóname doña listilla.- Hizo gentos exagerados con las manos.- No es justo lo tuyo.
-¿Y yo que he hecho ahora?- Le pregunté confundida.
-Pues que sabes más que todos nosotros juntos.- Suspiró recostándose en el respaldo del sofá.- Estoy empezando a pensar que eres familia de Hermione Ganger y no me has dicho nada.- Solté una carcajada recostándome a su lado.
-Ya me gustaría a mí ser familia de la ministra de magia.
-Podrías serlo perfectamente pero como te empeñas en no destacar.- Me regañó mi amiga y yo rodé los ojos.
-No es para tanto Martuca.- Me encogí de hombros y ella alzó una ceja.- A ver puede que sepa bastante.
-Eres la persona más inteligente que he conocido nunca Natalia.- Me dijo señalándome con el dedo.
-No te pases.- Me dio un golpe en el hombro.- Pero no es algo a lo que le de mucha importancia. Me centro en sacar buenas notas y ya.
-Pero podrías aspirar a más.- Me dijo algo enfadada, a Marta no le gustaba que infravalorara tanto.- Siempre que preguntan algo en clase te cayas aún lo sepas, no puedes seguir así Nat.
-¡Ay Marta, déjame!- Le dije a mi amiga para que dejara de darme por saco.- Voy a fumar.- Me levanté del sofá dispuesta a irme.
-¡Sé que lo estás haciendo para huir de mí, perra inmunda!- Me gritó y yo negué divertida.
-Nos vemos luego Marta.- Le guiñé un ojo acomodándome la chaqueta.
-¿Me dirás algún día dónde te ves cuando decides desaparecer?- Me preguntó intrigada.
-Sabes que no.- Le sonreí y me giré para irme. Mientras caminaba hacia la puerta miré de reojo a Alba Reche. Estaba sentada en una de las mesas de la sala común mientras dibujaba. Sus auriculares reposaban en sus oídos haciendo que estuviera ajena al resto del mundo. Levantó la mirada un momento y se centró en mí. Quité mis ojos de los suyos y salí de la sala común sonrojada.
-No te hagas ilusiones Natalia, no tienes ninguna posibilidad.- Me dije a mí misma comenzando a caminar por los pasillos de la escuela. Mientras caminaba podía oír las típicas pullitas hacia mí.
Soy hija de un mago y de una muggle, es decir mestiza. Hoy día, gracias a Merlín, las clases sociales regidas por la sangre son casi nulas. Aún que siempre está el típico chulito o chulita que se creía mejor por ser sangre limpia. Pero no solo por ese motivo había pullas hacia mí ya que era un poco rara para el resto de alumnos.
Seguí caminado por los pasillos hasta que llegué a uno en el que no había nadie. Me adentré con cuidado de que nadie me viera y me acerqué a una puerta sacando mi varita de mis pantalones.
-Alohomora.- Susurré contra la cerradura de esta y la abrí. Entré en la estancia y cerré con llave.- Lumos.- Volví a susurrar y mi varita se iluminó. La puerta por la que había entrado me había llevado a una torre de la que nadie tenía idea de cómo se llegaba. Subí las escaleras para llegar hasta la punta arriba. Una vez arriba, guardé la varita y abrí una puerta corredera que me llevó a mi refugió.