Donde Alba esté deseando irse a vivir con Natalia.
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Narra Alba
Dormía tranquilamente, ajena a todo lo que pasaba a mi alrededor. Noté como el cuerpo que estaba a mi lado se movía levemente haciendo que mi sueño se interrumpiera. Me revolví algo molesta y me escondí más en su pecho para evitar la baja luz que entraba por la venta de aquella habitación.
-Perdón, no quería despertarte.- Susurró mi voz favorita en mi oído cuando se percató de que me había despertado.
-No pasa nada cariño.- Dije con la voz ronca y separándome un poco de su pecho para sentarme en la cama.- Vaya siesta nos hemos pegado.- Reí viendo la cara de dormida que todavía tenía mi chica.
-¿Cuánto hemos estado?- Preguntó Nat algo desorientada todavía.
-No sé mi amor.- Dije tirándome encima de ella haciendo ruiditos en su cuello.
-Ummm, te quiero gatita.- Murmuró mi novia dándome besos en la cabeza.
-Yo más mi amor.- Susurré con una sonrisa incorporándome para sentarme encima de ella sin segundas intenciones.
-Que guapa que eres.- Sonrió acariciando mis muslos suavemente.
-Tú me ves guapa hasta en pijama Nar.- Ambas soltamos una carcajada pues era como estábamos las dos en ese momento.
-Lo pienso de verdad, eres la más guapa de España baby.- Dijo con esa voz de bebé que me encantaba.
-Te adoro.- Sonreí bajando un poco para poder besarla dulcemente.
Desde que Nat y yo estábamos juntas, mi vida era cada vez más dulce. Cada día que pasaba me daba más cuenta de lo importante que era para mí y de lo enamorada que estaba de ella. Me encantaba verla rondando por el rodaje de la película porque así podía pasar más tiempo con ella. Sus amigos se había vuelto los míos también y familia la adoraba.
No podía estar más contenta por tener a una persona tan dulce y buena a mi lado. Siempre se estaba preparando de que estuviera bien aunque fuera ella quien estuviera muerta de cansancio por el trabajo. Cuando nos despertábamos juntas siempre se encargaba de darme los buenos días llenándome de besos y atenciones. Era un ser de luz y no me la merecía de lo buena que era.
El día que la besé en mitad del plató le dejé claro a todos lo presentes que Natalia era mi novia pero después me entró el miedo. No es que me avergonzara de ella, ni mucho menos. Sabía como era eso de la fama y lo último que quería era que mi novia lo pasara mal porque confirmáramos nuestra relación. No quería que hordas de fans la persiguiese o comenzaran a seguirla en todas sus redes y eso acabara agobiándola.
Por ello, les pedí discreción a la gente que había en ese momento en plató. Por suerte, quedaba súper poca gente y me prometieron que dirían nada. Las revistas seguían emparejándome con Joan o me sacaban un novio nuevo cada día. Sin embargo, mis fans se había percatado de la presencia de Nat en mi vida y estaban empezando a hacer teorías sobre nuestra relación.
Natalia y yo seguíamos en la cama regalándonos besos muy dulces cuando un sonido nos hizo separarnos. Era su timbre. Estaba por dejar que fuera a abrir pero ella tiró de mi nuca para volver a besarme e ignorarlo. Yo sonreí ante su acción pero la calma nos duró poco pues comenzaron a llamar con más insistencia.
-¿Esperas a alguien cielo?- Le pregunté a mi chica bajándome de su abdomen.
-La verdad es que no.- Dijo algo confundida la morena mientras se levantaba.- Quédate aquí si quieres, no creo que tarde mucho. A lo mejor es algún vecino o un paquete.- Razonó mi novia poniéndose las zapatillas para no caminar sobre el frío suelo.