Un poquito de como es la vida de Natalia siendo mamá de la pequeña Aura y teniendo Alba a su lado.
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Narra Natalia
Me estiré medio dormida en mi cama y suspiré con felicidad. Abrí los ojos lentamente para encontrarme con las vistas de Nueva York que tenía desde mi habitación. Sonreí cerrando los ojos sin poder evitarlo y me giré para poder abrazarme a la mujer de mi vida. Aún era temprano, podíamos dormir un rato más.
Estiré mi brazo para palpar su pequeño cuerpo dormido a mi lado, sin embargo su lado de la cama estaba vacío. Abrí los ojos extrañada al no sentir a la rubia a mi lado. Las sábanas blancas estaban totalmente revueltas en su lado de la cama. Miré a todos lados buscándola, sin éxito.
-¿Me estabas buscando mi amor?- Dijo mi novia desde la puerta de nuestra habitación.
-Ey, ¿qué haces despierta tan temprano?- Le pregunté incorporándome en la cama para verla mejor.
-Tu hija me ha despertado.- Dijo rodando los ojos y yo sonreí ampliamente, mi hija.- Se ha puesto a llorar como una loca porque tenía hambre, le estoy calentando el biberón.
-¿Puedo dárselo yo?- Pedí levantándome rápidamente de la cama.
-Pues claro cariño.- Dijo con una sonrisa.
Llegué a su altura y la tomé de la cintura para darle un tierno beso en los labios. Me había vuelto adicta a los besos de mi chica.
-Te amo mi amor.- Me dijo pasando sus manos por mi nuca y acariciándola.
-Yo más reina.- Le di un último beso antes de caminar en dirección a las escaleras ya que el ático constaba de dos plantas.
Sonreí ampliamente cuando vi las cajas apiladas por todo el salón, la mayoría ya vacías. Alba y Aura estaban en plena mudanza, las dos se iban a mudar a mi apartamento y no podía ser más feliz. Mi novia y yo ya llevamos 1 año y medio juntas y puedo decir sin ningún miedo que habían sido los mejores meses de mi vida.
No voy a mentir que mucha gente de mi entorno, sobretodo hijos de amigos de mis padres e incuso amigos míos, me habían dicho que estaba loca por todo esto. Por estar con una mujer con una niña y adoptarla como mía. Pero a me daba igual, Aura era mi hija y cada vez que me llamaba mamá se me llenaba el corazón de amor.
Sin embargo, mis padres y mi familia en general sí que se habían tomado muy bien la noticia de mi noviazgo con Alba. La querían casi tanto como yo y mis padres tenían mimadísima a su nieta. La querían mucho y estaba encantada. Además, mi familia estaba muy contenta de que hubiera encontrado a una chica como Alba.
Con respecto a Aura, no la podía amar más. Era una copia exacta de Albi y eso que iba a cumplir dos añitos. Tenía el pelito rubio como ella y unos ojitos miel impresionantes. Estaba totalmente enamorada de mi hija. Mi novia siempre decía que Aura era igual que yo en el carácter. Al principio era reservada pero cuando cogía confianza era un amor. Cuando fruncía el ceño porque algo no le convencía, Alba siempre se reía por decía que era como yo en el trabajo. Su mami y ella llenaban mi mundo.
Había cambiado el salir a las tantas de trabajar por salir cuanto antes para estar con familia. Ya no solo recibía visitas de inversores en la oficina sino también de mis dos rubias favoritas, en los días libres de mi novia claro. Mis noches ya no se basaban en llegar a casa y sumergirme otra vez en el trabajo, ahora ayudaba a mi chica a preparar la cena para después cantarle una nana a mi hija para que se durmiera. Era completamente feliz gracias a esas dos personitas.