𝓼 𝓮 𝓬 𝓾 𝓮 𝓼 𝓽 𝓻 𝓸 𝙄𝙄

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¿Cómo reaccionarías al saber que las personas que más quieres están en peligro?

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Narra Natalia

Bebí el último sorbo del café que tenía en la mano con una gran sonrisa en los labios. Tras darme cuanta que el café no daba para más, tiré el vaso a su papelera correspondiente y comencé a caminar hacia las escaleras. Los pasillos estaban muy tranquilos y lo agradecía en verdad, pronto esa paz se iría al traste.

Llegué a la planta que me dirigía y caminé por el pasillo con una sonrisa que no me cabía en la cara. Busqué con la mirada la habitación en la que tenía que entrar y cuando vi la puerta, suspiré emocionada. Giré el pomo y entre en la habitación encontrándome la imagen más bonita que jamás había visto.

-¿Cómo podéis ser tan preciosas?- Pregunté con amor mirando a las dos mujer más importantes de mi vida.

Mi mujer estaba recostada en esa camilla de hospital vestida con una bata de franela rosa clarito. Se notaba que estaba muy cansada pero también feliz. En su pecho, reposaba nuestra hija. La pequeña Olivia. Habíamos tenido un debate por el nombre de la pequeña, estábamos entre Olivia y Aura pero finalmente nos quedamos con Olivia ya que Alba alegaba que mis padres quisieron llamarme así antes de que naciera.

Olivia era igual que su madre. Tenía los ojitos tan expresivos y bonitos como Albi. Su piel era blanquita como la de su mami. Sin embargo, ambas pensábamos que sería castaña puesto que mi esposa era castaña de pequeña, pero la niña tenía exactamente el color del pelo como el mío cuando era pequeña.

-Nat.- Me llamó mi mujer abriendo uno de sus brazos para que acercara a abrazarla.

No lo dudé ni un segundo y me senté a su lado en la camilla, rodeándolas con mis brazos. Alba tiró de nuca y me dio un tierno beso en los labios. La miré sonriente y bajé la vista a nuestra pequeña. Oli me miraba con sus ojitos mientras jugaba con mis dedos y con mi anillo de casada.

-Ten cuidado de que no te lo quite y se lleve a la boca.- Me advirtió mi mujer y yo asentí teniendo más cuidado con la peque.

-¿Has conseguido dormir algo mi vida?- Le pregunté a Alba acariciando las ojeras que se hacían de notar por debajo de sus ojos.

-Un poquito amor.- Me sonrió besando mi mejilla.- Oli es muy tranquila pero cuando estaba a punto de dormirme del todo, se ha puesto a llorar.

-Olivia cariño.- Llamé a mi hija a sabiendas que no me iba a entender.- Tenemos que dejar dormir a mami porque está muy cansada y cuando lleguen las abuelas no la van a dejar descansar.- Ambas reímos por intensidad de nuestras madres cuando se juntaban.

El parto de Olivia había sido un visto y no visto. Llegamos al hospital 10 minutos después de que Alba rompiera aguas. No había pasado ni hora cuando mi mujer ya estaba lista para dar a luz. Por eso a nuestras familias no les había dado tiempo a llegar todavía de Elche y Pamplona y nuestros amigos nos habían dicho que se pasarían por la mañana.

-Si antes me ponía muy blandita que le hablaras cuando estaba en mi vientre, ahora que la tenemos en brazos ni te cuento.- Sonrió mi mujer besando la cabeza de la pequeña.

-Sois mi felicidad Albi y no os imagináis cuanto os quiero.- Le dije sinceramente besando sus labios y cabeza de Olivia.- Duerme un poco reina, estás muerta.- Dije algo preocupada por la falta de sueño de la rubia.

-No Nat, que tú también estás cansada.- Se quejó con un puchero adorable, no sabía quien era más pequeña si ella u Olivia.

-Yo estoy bien mi amor.- Acaricié su mejilla con ternura.- Me he tomado un cafecito en la cafetería y no tengo nada de sueño.- Besé su frente.- Tú descansa, que tú estás más cansada cielo.

Albalia - OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora