¿Te pueden arrebatar a la persona que más quieres por culpa del trabajo?
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Narra Natalia
Conducía mi moto tranquilamente por la calles de Madrid e dirección a mi trabajo. Esa mañana me había levantado con bastante tiempo y eso me había permitido pararme a comprarle algo de desayunar a mi rubia. Mi novia entraba ese día antes que yo y supuse que solo se había tomado un café antes de salir de la casa que ambas compartíamos.
Llegué al edificio de mi trabajo y le mostré al portero mi identificación para que me dejara entrar al recinto. Tras comprobar que todo estaba en orden, me dejó pasar. Aparqué la moto en mi plaza de garaje y me adentré en el edificio. Volvieron a pedirme la identificación para poder entrar y me encaminé por los pasillos de mi trabajo.
Tenía claro que nunca terminaría de acostumbrarme a trabajar en el CNI. Cuando era pequeña, pensaba que los espías eran cosas que solo salían en las películas pero con el tiempo resultó que no. Mis padres llevaban toda la vida diciéndome que trabajan en una empresa hasta que me hice lo suficientemente mayor y me contaron su secreto. Mis padres trabajan en el CNI y nunca me lo habían dicho porque era algo confidencial.
Desde ese día tuve muy claro que quería dedicarme a lo mismo que ellos. Me apunté en la academia de policía para poder formarme y cuando menos me los esperaba, se pusieron en contacto conmigo para reclutarme. Fue ahí donde comencé mi formación para ser esa y donde conocí a la que era la mujer de mi vida. Mi Albi.
Alba y yo nos conocimos el primer día de instrucción. No empezaos con buen pie y creí odiarla con todo mi ser. Pero poco a poco nos fuimos haciendo más cercanas hasta el punto de enamorarnos perdidamente la una de la otra. Ahora compartíamos piso y teníamos a nuestros gatitos. Además, tenía planeado invitarla a cenar por nuestro aniversario y pedirle que fuera mi mujer. Ambas nos moríamos por dar ese paso y formar una familia.
-Buenos días Lacunza.- Me saludó desde su puesto Miki.
-Buenos días.- Saludé a mi mejor amigo con una sonrisa.- ¿Sabes si Alba está en su mesa?- Le pregunté pues no sabía si mi novia estaba en una reunión o algo.
-Tu chica está libre ahora mismo.- Levantó una ceja divertido.- ¿Se lo has pedido ya?- Me pregunto y le chisté rápidamente.
-¿Quieres callarte?- Le regañé tapándole la boca.- No quiero que se entere.
-Es que estoy deseando que se lo pidas.- Dijo emocionado.- A este ritmo le digo lo que tienes planeado.
-A veces me pregunto como trabajas aquí.- Le dije rodando los ojos.- Si no sabes guardar un secreto Nuñez.
-Pues claro que sé.- Dijo con falsa indignación por lo que los dos reímos.
Me despedí me mi mejor amigo para dirigirme al despacho de mi novia. Toqué suavemente a la puerta y pude oír como mi voz favorita decía que podía pasar. Abrí la puerta encontrándome a la mujer más impresionante del planeta sentada en la silla. La falda y la camisa que se había puesto esa mañana le quedaban de lujo. Levantó la mirada unos segundos para ver quien estaba en la puerta y cuando me vio, me dedicó una tierna sonrisa.
-Mi amor.- Sonrió levantándose de su mesa.
-Hola preciosa.- Le devolví la sonrisa y me acerqué a ella cerrando la puerta tras de mí.- Que guapa estás.- Le dije rodeando su cintura con mis brazos.
-Tú también Nat.- Puso sus brazos al rededor de mi cuello y tiró de mí para besarme con ternura.- Has llegado antes de tu turno cariño.- Dijo cuando separamos nuestros labios pero sin llegar a dejar de abrazarnos.