Un poquito de la vida de Nat y Albi.
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Narra Natalia
Me pasé la mano por el pelo nerviosamente mientras miraba a todos lados, esto tenía que salir bien. Me mordí el labio al ver como los minutos pasaban y ella seguía sin llegar. Notaba el corazón en los oídos y sentí como si me fuera a desmayar en cualquier momento.
-Natalia, relájate ya.- Me dijo Miki llegando a mi lado con una sonrisa.
-No puedo Miki.- Dije desesperada jugando con mis dedos.- No llega y me estoy poniendo nerviosa.
-A ver Nat, se pueden haber retrasado un poco.- Intentó tranquilizarme un poco mi amigo fallando en el intento.
-Tendrían que haber llegado hace diez minutos.- Dije mirando de nuevo mi reloj de muñeca.- ¿Y si el coche no ha llegado? ¿Y si les a pasado algo? Dios, ¿y si se ha arrepentido?- Comencé a preguntarme poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba.
-No digas tonterías anda.- Le quitó hierro al asunto.- Alba te quiere más que a nada en en este mundo y está deseando casarse contigo.
Por fin había llegado el día, me iba a dar el si quiero con la mujer de mi vida. Alba y yo habíamos decidido organizar una boda íntima y solo con los más allegados, a ninguna de las dos nos hacía especial ilusión una gran boda. Solo queríamos estar con los nuestros y pasárnoslo bien.
Nos íbamos a casar en un hotel muy bonito que habíamos encontrado gracias a mi madre. Tanto la celebración como la cena sería en los exteriores del hotel, en sus jardines. Nos habíamos encargado de organizarlo nosotras con todo el amor y todo el mimo posible. Yo hasta me había cogido unos días para poder ayudar a mi chica con los preparativos de la bodas, ambas queríamos colaborar en todo lo que fuera posible.
Seguía en mi charla con Miki, bueno en el intento de amigo por tranquilizarme cuando oímos que alguien se nos acercaba corriendo. Vimos como mi hermana llegaba a nuestro lado intento recuperar el aliento por la carrera que se acababa de dar.
-Ya ha llegado.- Dijo Elena y a mí casi se me sale el corazón al oírla.
-Seguro que todo va a salir genial Nat.- Dijo Miki acariciando mi espalda antes de sentarse en su sitio como mi hermana.
Cerré los ojos unos segundos intentando serenarme y solté el aire que tenía en los pulmones muy lentamente. Abrí los ojos y una sonrisa se instauró en mi cara al ver como bajaban las dos mujeres de mi vida las escaleras en dirección a los jardines. No tenía ni idea de como irían vestidas mi hija y mi futura mujer pero al verla me dieron ganas de llorar de lo que las quería.
Aura llevaba un vestido rosita palo monísimo con una flaca de tul que la hacía ver como una princesita. Ella era la encargada de llevar nuestros anillos de compromiso. Nuestra hija estaba muy emocionada por la boda y se lo podía notar por como sonreía a medida que avanzaba por el pasillo formado por la distribución de la sillas.
-¿Lo he hecho bien mamá?- Preguntó mi hija cuando llegó a mi lado puesto que mi chica entraba un poquito más tarde.
-Lo has hecho de maravilla mi amor.- Dije poniéndome a su altura y llenándole la carita de besos.- Estás muy guapa.
-Tú también y mami también.- Dijo señalando apuntado con el dedo en la misma dirección por la que acaba de venir.
Pensaba que me desmayaba cuando la vi entrar por la puerta, estaba preciosa. Llevaba un vestido blanco muy simple y para nada extravagante. Era completamente liso y de tirantes. El único detalle a destacar era el encaje que se abrazaba a su espalda. Llevaba la melena peinada de una manera muy natural que la hacía ver más bonita de que ya era.