𝓮 𝓶 𝓹 𝓻 𝓮 𝓼 𝓪 𝙄𝙄𝙄

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Natalia está muy ocupada con la empresa, ¿cómo puede afectar esto a la convivencia con su novia y su niña?

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Narra Alba

Saqué una de las ollas del armario y la puse encima de la isla de mi cocina. Comencé a rebuscar entre los armarios de la cocina los ingredientes para comenzar a preparar la cena de esa noche. Estaba parada enfrente de la nevera cogiendo algunas verduras cuando una suave voz que conocía muy bien me hizo girarme.

-Mami, tengo hambre.- Dijo Aura entrado en la cocina con un pucherito en sus labios.

Miré con una sonrisa tierna a mi niña, estaba monísima con su pelito rubio revuelto y su pijama de gatitos. Aura acaba de cumplir los tres años y yo no me podía creer lo rápido que había pasado el tiempo.

-Voy a empezar a prepara la cena cariño pero si quieres podemos comer un poquito de bizcocho que hicimos ayer.- Le dije a mi hija que asintió sonriendo.- Pero, ni una palabra a mamá que sino se enfada porque hemos comido sin ella.- Le di un toquecito en la nariz.

-Tranquila mami, yo me callo.- Dijo haciendo un gesto con los dedos como si cerrara su boca con una cremallera.

-Eres más mona.- Sonreí cogiéndola entre mis brazos para llenarle la carita de besos.

-¡Mami!- Gritó mi niña entre risas mientras la dejaba sentada en la encimara de la cocina.

Cogí el plato donde teníamos el bizcocho y corté un trozo no muy grande para mi pequeña. Me corté otro para mí ya que me había dado envidia de Aura. Dejé el trozo de torta en una servilleta y se lo di a mi hija.

-Muchas gracias mami.- Sonrió mi hija comenzando a devorar su bizcocho.

-De nada princesa.- Dije besando la cabecita de mi hija.

Comencé a picar las verduras que había dejado fuera de la nevera mientras charlaba con Aura aunque la notaba extraña. Normalmente, mi hija siempre estaba hablando de todo y le gustaba contar lo que había hecho en el día. Sin embrago, esa noche me estaba costando mucho sacarle las palabras. Era como si no quisiera hablar de nada.

-Aura mi vida...- Comencé a decir apartando la olla del fuego cuando el sonido de la puerta de la entrada hizo que mi hija sonriera y se pusiera de pie en la encimara.

-¡MAMÁ!- Gritó mi hija viendo como mi novia caminaba por salón. La planta de abajo del ático era de planta abierta y aunque, la cocina estuviera a bien diferenciada del resto de estancia, se podía perfectamente el salón de casa.

Nada más verla Nat sonrió a más no poder. Dejó sus cosas de cualquier manera en sofá, cosa por la que la regañaría en cuanto pudiera, y vino a paso veloz a abrazar a la peque. La cogió entre sus brazos y la estrujó haciendo que Aura estuviese más contenta que en toda la tarde. Porque si algo tenía mi hija y mi chica era complicidad además de que se querían un montón.

-Hola cariño.- Oí como le dijo Natalia a nuestra hija abrazándola contra su pecho.

No pude evitar que una sonrisa asomara en mis labios, me ponía muy blandita verlas así a las dos. Aura comenzó a besar la mejilla de su madre y Nat sonrió con los ojos cerrados acariciando su pelo. En cuanto la niña soltó a mi novia, ella se acercó a mí para rodear m cintura con sus brazos.

-Te prometo que ahora quito las cosas del salón Albi.- Me dijo sabiendo que la iba a regañar por eso.- Por cierto, hola mi vida.- Sonrió acariciando mis costados con sus manos.

-Hola amor.- Dije yo pasando mis brazos por su cuello antes de que tirara de mí para darme un suave beso en los labios.

-¿Qué habéis estado haciendo esta tarde bonitas?- Preguntó mi chica cuando nos separamos pero manteniendo sus manos en mi cintura.- Por cierto Albi, huele genial.- Dijo besando mi sien.

Albalia - OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora