Susto

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Vuelvo a llamar a Nils y esta vez me atiende.

—¿Hola Nils?.

—Hola, perdón que no haya atendido, tuve problemas.

—Está bien, pero, ¿vos estás bien?.

—Si.

—¿Cuándo podemos vernos?.

—Hoy, ¿voy a tu casa?.

—Dale, nos vemos.

Cortamos y lo noté muy raro, no sé qué le pasará. Llego a casa y Nils ya está en la entrada, que rápido.

Lo hago pasar y le ofrezco algo para tomar, me dice que no y de golpe me abraza.

—Nils, ¿qué pasa?

—Nada, solo quiero quedarme así.

—Está bien.

Se aleja un poco de mi tomándome de la cintura y me da un beso, me quedo perpleja. Lo alejo tomándolo del pecho y se niega a dejarme ir, me quiere dar otro beso y me niego.

—Nils, basta— le digo mientras trato de alejarme.

—No puedo, te deseo tanto Mía— me dice dirigiéndome al sillón.

Me agarra con fuerza y me tira, se abalanza sobre mi y queda entre mis piernas, está excitado, pero, ¿qué carajos?.

Trato de sacármelo de encima pero es imposible, trata de besarme y me niego, hasta que me agarra de la cara y me planta un beso, empiezo a patalear y le pego en sus partes nobles, se aleja dolorido. Me alejo de él, lo más que puedo, corro y me encierro en mi habitación.

—Mía, sal, perdóname, tenemos que hablar— me dice golpeando la puerta.

—No voy a salir hasta que te vayas, estás loco— le digo asustada.

—Solo quería hacerte mía, pero te negaste.

—Obvio que me negué, qué querías, ¿que te la siguiera?, estás completamente loco, andate ya o llamo a la policía y no estoy jugando.

—Está bien, no seas exagerada, me iré.

Escucho la puerta cerrarse, pero no me confío, espero un rato y salgo, no está, dios, estaba tan asustada.

El viaje de MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora