Nils

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Llego a casa y me saco la ropa, me pongo el pijama y me acuesto, no tengo ganas de nada.

Devuelta me llaman al celular.

—Mía, tengo ganas de verte, por lo menos paso un rato.

—Habías desaparecido. Me tenías preocupada.

—Lo sé, es que estoy ocupado, no tengo tiempo ni para ir a la universidad.

—Tenés que ir, son los primeros días.

—¿Nos podemos ver un rato?

—No, me acabo de acostar, recién llegué de piano, estoy muy cansada. Anda mañana a la universidad y nos vemos ahí. Solos no.

—Por favor, un rato, necesito hablar con vos.

—La última vez me dijiste lo mismo y me besaste.

—Me gustás, es inevitable, me cuesta no besarte cuando te veo.

—Eso significa que lo harías si venis.

—Prometo no besarte.

—¿Solo hablar?

—Solo hablar.

—Está bien, vení un rato, pero a las 20:30hs te vas.

—Si. Nos vemos.

—Nos vemos.

Pasa un rato y Nils toca el timbre. Dejo que pase y llega a mi puerta.

—Hola.

—Hola, tranquilo, ¿si?, y te abro.

—Estoy tranquilo.

—Bueno, pasa.

—Que linda que estás.

—Nils, estoy en pijama.

—Te ves linda igual.

—Bueno, no me digas esas cosas porque después te alteras. ¿De qué querías hablar?

—De nuestra relación.

—¿Tenemos una relación?

—Estos días me estuve volviendo loco por vos, te quiero solo para mí, pero está él, ¿te sigue gustando, no?, lo noto.

—¿Bastian?, pff, no.—Yo creo que sí, y eso empeora las cosas, porque cada vez que me acerco a vos, está él.

—Porque me defiende de lo loco que te pones.

—¿Gustás de mi?

—Sip, me gustás, pero cuando te alteras no me gusta.

—Lo sé, fui un bruto con vos, quiero mejorar las cosas.

—¿De qué manera?

—Saliendo juntos, estando juntos.

—Pero no podemos estar juntos todo el tiempo.

—No, pero la mayoría del tiempo si, salir a fiestas, conocer gente...

—Puede ser, pero igual me dio mucho miedo cuando te alteraste.

—Lo sé, perdoname.

—Si prometes no hacerlo más, y no pelees con Bastian, que no tiene nada que ver con esto.

—Mmm, está bien.

—Bueno, ¿nos vemos mañana en la universidad?

—Si, voy a ir, para verte.

—Nils, qué para verme, ¡para estudiar!, ya es hora de que te vayas.

Me paro y se para. Se acerca a mi.

—Antes de irme, ¿te puedo dar un beso?

—No, o sea, si, pero no.

—¿Cómo es eso?

—Si pero me da miedo que te descontroles como Hulk.

—Tranquila, puedo soportarlo.

—Bueno.

Se acerca a mi, me agarra de la cintura y me da un beso. Después otro, hasta que nuestras lenguas se enlazan y terminamos besándonos descontroladamente.

Lo aparto de mi.

—Bueno, basta, eso fue, suficiente para una semana.

—No me dura ni dos segundos.

Me agarra devuelta y nos besamos apasionadamente.

—Basta, ya está, tenes que irte.

—Está bien, pero un último beso.

—Mua, chau andate.

Me planta un beso y se va.

No sé qué hice, me gusta mucho, no puedo evitarlo. Está loco y tampoco puedo evitarlo.


El viaje de MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora