Mi virginidad

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Cuando entramos a la casa Nils me agarra de la cintura y me planta un beso.

—Nils, dijimos que ibas a estar tranquilo.

—Estoy tranquilo, solo quiero besarte.

Y me abraza más fuerte. No se detiene. Me besa y no me suelta.

—Soltame por favor.

—¿Por qué?, si vos también queres esto.

—No así.

Pienso en todas las cosas que me están pasando, en cuando besé a Bastian por primera y segunda vez, y no sé qué siento, me estoy volviendo loca.

Lo agarro a Nils y lo beso, me agarra de la cintura y me alza, me lleva a la habitación y se tira en la cama conmigo, nos besamos sin parar, sin pensar.

Comienza a besarme el cuello, me agarra las manos sobre mi cabeza, lo siento entre mis piernas, no deja de besarme.

—¿Está bien así?, ¿esto querés?

—Si, creo que si.

Y sin dudarlo prosigue, comienza a levantarme la pollera, me desabrocha la camisa, se saca su camisa, se desabrocha el pantalón. No sé qué estoy haciendo, no sé si es lo correcto, pero él me gusta. 

Me levanta la pollera, me baja las bragas, se pone el preservativo y de un segundo al otro, entró en mi, me duele, es un dolor profundo, pero lo hace con cuidado, me penetra despacio. Pero lo noto desesperado.

—Por favor, despacio.

—Si, es solo que lo estoy disfrutando tanto. Eras virgen Mía.

—Si, lo era.

Nos volvemos a besar y sigue penetrándome cada vez más, ya no me duele tanto, me estoy acostumbrando al dolor que siento.

En un momento aleja su cara de mi y es Bastian, él está encima de mí. No puede ser, qué me pasa.

Me penetra y no deja de hablarme.

—Amo que seas mía, toda mía, que tu cuerpo me pertenezca.

¿Me quiere solo por mi cuerpo?, ¿qué está diciendo?

Acaba y se derrumba sobre mi cuerpo desnudo. Trato de sacármelo de encima y levantarme para ir al baño, estoy sangrando, pero es poco.

Perdí mi virginidad con Nils, no sé cómo pasó, no sé por qué imaginé a Bastian, ya no quiero pensar.

Miro a Nils y está observándome.

—Mía quedate así, no te cambies. Te ves hermosa.

Trato de taparme con las manos, la camisa, algo y me sigue mirando.

—Ni loca, date vuelta, voy a cambiarme.

—Eres tan inocente nena.

No le contesto y me cambio rápido.

—Es hora de que te vayas, quiero estar sola.

—¿Después de lo que pasó, me echas?

—Si, necesito recapacitar.

—Está bien.

Me da un beso y le abro la puerta.

Apenas se va me voy a duchar, siento algo raro que no me gusta, siento que me arrepiento.

Me cambio y me acuesto en mi cama hasta que se hace de noche.

El viaje de MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora