Capítulo 41

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Karol comprendió lo sincero que estaba siendo Ruggero al confesar que no podía amarla porque el amor, para el, era un sentimiento superficial, no podía creerlo. Podía ver miedo en él porque era lo mismo que ella estaba sintiendo.

No sabía lo que les depararía el futuro. Había visto a sus padres aguantar juntos contra corriente en las primeras etapas de su matrimonio, para después acabar encontrando el modo de hacerlo funcionar. Y su padre siempre decía que había sido el amor que sentía por su madre lo que les había ayudado a sobrevivir como pareja.

-El amor no es superficial. Y no creo que tú lo pienses. Esa es la razón por la que no me echaste de tu despacho aquel primer día. Y también es la razón de que me invitases a asistir a la fiesta de tu madre del fin de semana. Sientes algo por mí, Ruggero, y ya puedes decir lo que quieras, que no vas a hacerme cambiar de opinión. ¿No estás dispuesto a darnos una oportunidad?

En su interior estalló el conflicto. Podía verlo simplemente observandolo. Había una agonía en su mirada que le hizo desear decirle que lo olvidara todo, pero ella no iba a poder continuar así. Desde el principio la emoción ilícita de ser su amante la había llevado en volandas, pero la realidad le había hecho daño.

No estaba segura de si le había reconocido como su... alma gemela. Eran tan parecidos en tantas cosas... sobre todo en cómo ambos tenían miedo de dejar que alguien se les acercara demasiado. Sin embargo, ella estaba dispuesta a correr el riesgo. Le franquearía la puerta de su vida y de su corazón. Obviamente él no estaba dispuesto a hacer lo mismo.

-No puedo -dijo al fin-. Cuando mi padre se marchó, y sobre todo del modo en que lo hizo, me juré que no permitiría que una persona tuviera ese mismo poder en mi vida. Nadie me haría daño, o me desilusionaría del modo en que él lo hizo.

-Yo no...

-No puedes tener ni idea de lo que va a pasar. Lo que aprendí entonces es que tengo que controlar a quién dejo entrar en mi vida. Y lo que he descubierto es que funciono mejor cuando no estoy con nadie. Pensé que haciéndote mi amante, teniendo siempre presente que eres periodista, sería capaz de mantenerte en un rincón seguro de mi vida. Haríamos el amor y disfrutaríamos con conversaciones banales  Pero eso sería todo. Ahí terminaría todo.

-Pero no te salió así, ¿verdad?

Sus palabras estaban siendo como dagas clavadas en el corazón. Le estaba diciendo que tenía demasiado miedo para darle una oportunidad al amor. Y ella se había dado cuenta, precisamente con él, de que era la clase de mujer que necesitaba darle una oportunidad al amor para poder llegar a experimentarlo.

Fue allí, de pie, junto a él, cuando se dio cuenta de que todas las relaciones informales y divertidas que había mantenido tenían por objeto salvaguardar su corazón. Manteniéndolas así no había corrido riesgo alguno, hasta que conoció al hombre al que no quería dejar fuera.

Y ahora era él quien temía arriesgar por ella... por ambos.

-Creo que hemos descubierto algo más que eso. Al menos yo. Y creo que tú también. De otro modo no te Preocuparía tanto que durmiera en tu cama.

Ruggero volvió a pasarse la mano por el pelo y se lo dejó todo revuelto. Estaba agitado. Era evidente que le había tocado la fibra. A lo mejor había conseguido llegar hasta él. Tal vez lo había convencido de que una relación seria era lo que ambos necesitaban.

-No te ilusiones demasiado -dijo-. Eres mi amante, y es importante que tengas tu propio espacio.

-Llegas tarde -contesto Karol. Estaba viendo a Ruggero como ella quería que fuese, y quizás no como era de verdad-. Dime qué sientes algo por mí.

-¿Por que?

-Necesito tener algo a lo que agarrarme. Me quedaré contigo y esperaré a que te sientas cómodo con mi presencia en tu vida, pero necesito saber que eres capaz de sentir algo por mí.

Comenzó a deambular por la habitación. Al parecer estaba considerando su decisión con sumo cuidado. Podía notar la tensión que sentía por dentro. Nunca antes lo había visto así.

-Ruggero.

-¿Sí?

Tal vez le había pedido demasiado. A lo mejor le había presionado más de la cuenta en su afán de llegar al fondo de lo que sentía por ella. Pero también sabía que no tenía otra opción. No podía seguir viviendo con él y fingiendo que le parecía bien ser sólo su amante.

Se le acercó y le rodeo con los brazos.

-Yo tampoco estoy segura de esto, pero sí que estoy dispuesta a correr el riesgo.

Él le devolvió el abrazo y Karol sintió que el puño que le apretaba el estómago empezaba a aflojar. Ruggero bajo la cabeza y respiro hondo el aroma de su pelo. Luego le levantó suavemente la barbilla y Karol se perdió en su mirada, pero no pudo leer nada en sus ojos.

Sus bocas se encontraron en un beso largo y dulce, y, cuando él se separó, Karol supo que era la despedida.

-No puedo darte más que esto -dijo el, trazando la linea de su mejilla con el índice.

Karol sintió una punzada de desilusión y de dolor también por ver rechazado su amor.

-No puedo seguir haciendo esto. Me marcho.

-No lo hagas.

-Tengo que hacerlo.

-¿Y tu historia?

Debía de estar muy desesperado para intentar retenerla allí recurriendo a su artículo. Y eso hizo su dolor mucho más penetrante.

-Tengo cuanto necesito para escribir mi historia.

Recogió el bolso y entró en el dormitorio para recoger su bolsa de viaje y el ordenador, Ruggero no la siguió ,y, cuando volvió al salón, lo encontró exactamente en el mismo sitio en que lo había dejado.

Caminó hacia la puerta tan despacio como le fue posible, alvergando la esperanza de que la llamara diciendo que había cambiado de opinión y pidiéndole que no se fuera, pero no ocurrió así.

Llamó al ascensor, y entre lágrimas se dio cuenta de lo estúpida que había sido. No había llorado así desde el día en que encontró a su madre tendida en el suelo junto a la cama. Tampoco había vuelto a sufrir de este modo desde aquel día. Y en parte se preguntó si Ruggero sería consciente de lo que estaba haciendo. ¿Era más segura la vida cuando se les cerraba las puertas a los demás?

 ¿Era más segura la vida cuando se les cerraba las puertas a los demás?

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